lunes, 26 de marzo de 2012

La intuición y la mente

Men del blog A mi manera Amanece, planteaba una cuestión muy interesante, cómo distinguir una intuición de un pensamiento.

Quizá lo más fácil sea comenzar por el principio, es decir, qué es la intuición o a qué nos referimos cuando hablamos de ella.

La intuición es una cualidad que pertenece a todos los animales, nacemos con ella. La gran diferencia está que en los humanos analizamos, razonamos o pensamos y al hacerlo, limitamos o frenamos la información que recibimos desde la intuición.

Para mi, la intuición está ligada a las sensaciones, a las emociones mientras el pensamiento lo está a la mente, al intelecto. Aparentemente ambas herramientas parecen ser opuestas, cuando en realidad son complementarias. Donde no llega la lógica lo hace la intuición y viceversa. La mente analiza, comprueba, razona mientras la intuición siente y no puede explicar con palabras lo que percibe. Unir ambas es estupendo porque ayuda a equilibrarnos.

Cómo distinguir un pensamiento de la intuición debería ser fácil pero a veces resulta complicado y el porqué debemos encontrarlo en la mente que lo analiza todo.

Dentro de la intuición podríamos englobar las sensaciones que nos transmite una situación, una persona, un hecho en concreto, un sueño con un significado especial, una premonición, etc. La intuición está en todos los aspectos de la vida y en todo lo que nos rodea.

A modo de ejemplo, para ir a un sitio solemos caminar por determinada calle y un día sin saber porqué cambiamos de acera, o vamos por otra dirección. Al llegar a nuestro destino, nos enteramos de que por la calle que solemos ir habitualmente ha habido un robo, un accidente, un atasco y al cambiar de calle, nos hemos librado de vivir esa situación; o por la calle que no solemos ir, nos hemos encontrado con alguien que estábamos deseando ver y no coincidíamos.

Una intuición es una certeza, una seguridad que no puede explicarse aparentemente con palabras y que muchas veces lleva a tomar una decisión en contra de lo que dicta la lógica pero con el convencimiento que es lo adecuado. Con el tiempo, comprobamos que lo elegido es un éxito.

Cuando existen dudas entre si es un pensamiento o una intuición lo que creemos, lo mejor es observar cómo nos afecta esa sensación. La intuición es como un rayo, es directa; el pensamiento da vueltas y vueltas en la cabeza. Ante la incertidumbre de una u otra opción, suelo aconsejar elegir una y dejar la otra en reserva. Pasado el tiempo veremos cuál de ellas era la acertada. Al volver a experimentar una situación similar, observaremos qué sentimos y será más fácil distinguir la intuición de la mente.

Trabajar con la intuición suele dar vértigo porque no tenemos pruebas sólidas que avalen lo que sentimos, simplemente es nuestro corazón el que habla e impulsa. Ser intuitivo no supone dejar de lado a la mente. Eso sería erróneo. Necesitamos la mente y la intuición. La mente, ayuda a enraizarnos, debemos tener los pies en la tierra y ser realistas; mientras que a través de la intuición conectamos con la energía que nos rodea. Sin embargo, por qué no usar ambas herramientas uniéndolas para nuestro beneficio. La intuición podría ser una especie de alarma que suena en nuestro corazón que debemos saber utilizar con nuestra mente.

Dejarse llevar por la intuición, tiene que ver con fluir, con estar abierto a las señales que tenemos delante. Cuanto más confiemos en nosotros, más veremos, pero no todo lo que veamos o percibamos tiene que ser real, tenemos que tener en cuenta que el deseo o la fantasía puede engañarnos. Cuando utilizamos la mente para analizar la certeza, vamos por buen camino.

Os animo a dejaros llevar por la intuición, a fluir pero teniendo a mano el apoyo de la mente. Al final, quién pone las cosas en su sitio, es el tiempo, demostrando que era intuitivo o mental.


La imagen de la foto está sacada de internet. Desconozco quién es su autor.

martes, 20 de marzo de 2012

Los amigos invisibles o imaginarios de los niños

Algunos de vosotros me habéis pedido que hable de quiénes o qué son los amigos invisibles de los niños. Por qué algunos niños los ven, y otros no; si forman parte de la inventiva y creatividad de los pequeños o es algo real; si entrañan algún peligro o son positivos; y cómo actuar ante su presencia.

Algunos niños suelen comentar que juegan, ríen, charlan con amigos que los adultos no solemos ver. La lógica sugiere que si no los vemos, no existen y de ahí, deducimos que los niños tienen una imaginación desbordante. Algunos padres no le dan mucha importancia, y estimulan esta creatividad infantil; mientras que otros, tienden a frenarla.

Cuando preguntamos a los niños con quién hablan, desde su naturalidad, cuentan que hay un niño que se llama Patatito o Fulanita, que juegan al escondite, les acompañan al colegio, se montan en el coche, caminan junto a ellos ... Otras veces, estos amigos invisibles son adultos. Los describen tal y como los ven. Alguna vez, viendo el álbum de fotos familiar reconocen a las personas con las que charlan. Puede que sea un abuelo, un primo, una tía. Los padres exclaman que es imposible ya que murieron hace tiempo.

Estos seres con los que juegan y se divierten los niños, algunas veces suelen ser familiares cercanos o allegados a la familia, que han decidido quedarse cuidando y velando de sus nietos, sus sobrinos, ahijados, etc. por un tiempo. Podrían considerarse una especie de ángeles de la guarda. 

Otras veces, son otros niños ya fallecidos que no tienen porque tener una relación cercana o si, a la familia. Pueden haber sentido que otros niños como ellos están cerca y han decidido compartir con estos su tiempo y juegos. Del mismo modo, podrían llegar a velar por ellos, o simplemente pasar un tiempo divertido jugando y disfrutando unos con otros.

Hace unos días, una madre me comentaba que de repente su niño se reía y bailaba, mientras giraba la cabeza siguiendo atentamente unas indicaciones donde aparentemente no había nada ni nadie. Al preguntarle qué pasaba, decía que estaba jugando con el dueño de la casa y que le estaba enseñando a bailar. No quiso darle más importancia al hecho en sí, por si se trataba de la imaginación de su hijo. Al cabo de un tiempo, se enteró de que el anterior propietario solía ir a clases de baile de salón porque era una de sus pasiones.

Los amigos invisibles no representan ningún peligro para nadie, ni para los niños, ni para los adultos. Al revés, suponen una protección extra, un cuidado y guía para nuestros pequeños

Por qué los niños pueden verlos y nosotros no, esa es una pregunta que tiene una respuesta relativamente sencilla. Al nacer, venimos con el canal de la intuición abierto y alrededor de los siete años tiende a ir cerrándose. Entre otras razones, porque comenzamos a utilizar más la mente, la lógica; y a la vez, nos distanciamos más del niño interior que todos llevamos dentro. Si a todo ello, añadimos que los adultos, tendemos a decirles que es imposible que vean a nadie, que es pura fantasía e imaginación, los niños lo terminan creyendo y cerrando el canal que hasta entonces permanecía abierto. 

La mejor manera de llevar estos casos es desde la naturalidad, hablar con los niños, escucharles, ver cómo afecta en ellos la presencia de estos amigos invisibles. Podemos pedirles que nos ayuden a conversar con estos seres, sirviendo ellos de traductores. Así podremos comprobar si es realidad o fantasía lo que cuentan. O descubrir si estos amigos invisibles, tienen algún mensaje para nosotros, cómo saber quiénes son, qué conexión y misión tienen con los niños.

Una vez más, me gustaría comentar, que no debemos tener miedo. Tenemos que tener los pies bien firmes sobre la tierra, es decir, seamos realistas, analicemos lo que está ocurriendo, he intentemos averiguar qué ocurre, buscando el equilibrio entre la mente, el corazón y la intuición. Nadie es perfecto, y muchas veces vamos aprendiendo sobre la marcha.
Si permanecemos atentos a las señales que vemos, podemos ir conociendo mucho de ambos mundos; de esta dimensión en la que vivimos, y, de la otra, que no vemos pero sabemos que está ahí. Puede ser una experiencia muy enriquecedora si se vive correctamente, desde la tranquilidad, la responsabilidad y la armonía.


La foto de la imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

jueves, 15 de marzo de 2012

Dos libros sobre vidas pasadas y reencarnación

Sois varias las personas que me habéis preguntado sobre la reencarnación y libros que hablen sobre ella. Existen muchos y variados, aportando información desde diferentes puntos de vista, ya sea desde las creencias y religión, pasando por la medicina, médiums, canalizadores, filósofos, etc..

En esta entrada quiero hablar de un autor bastante conocido, se trata de Brian Weiss que ha publicado varios libros. Es psiquiatra. Suele contar en sus libros, que era un médico escéptico en el campo de la reencarnación, de las vidas pasadas hasta que se produjo un hecho importante en su vida. Apareció una paciente muy especial, Catherine, que hizo que se planteara una visión más abierta ante estos temas, hasta el punto en que comenzó a utilizar las terapias regresivas en sus consultas.

Ha escrito varios libros que hablan sobre estos temas. En Muchos vidas, muchos maestros cuenta su experiencia con Catherine y cómo su encuentro hizo que cambiara su manera de pensar y con ello su creencia sobre la reencarnación. Weiss utiliza la hipnosis en sus consultas y con Catherine el resultado es distinto al que está acostumbrado a ver, ya que ella retrocede al origen de sus dolencias, yendo a otras vidas pasadas, describiendo con detalle, situaciones de las épocas en las que vive. Además, Catherine aportará información de otros seres, los Maestros.

En Lazos de amor, habla de cómo el destino de las personas, en concreto de las almas, se entrecruza y encuentra varias veces a lo largo de las diferentes vidas que tenemos, pudiendo reencontrarnos con las mismas almas, pudiendo vivir situaciones repetidas hasta que superamos e integramos lo que hemos venido a aprender. Nuevamente lo hace a través de la historia de dos pacientes, Elisabeth y Pedro.

Tiene varios libros más, igualmente amenos y fáciles de leer. Los más interesantes me parecen los que he comentado. Por supuesto, es una opinión totalmente subjetiva y os invito a que lo comprobéis vosotros mismos sacando vuestras propias conclusiones.


La foto de la imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

viernes, 9 de marzo de 2012

Dos ejemplos nuevos de mediumnidad

Cuando hablamos de mediumnidad solemos asociarlo a la comunicación que se establece entre los seres vivos y los que han fallecido. Es cierto, pero abarca más. 

También en ocasiones, podemos conectar con seres que se encuentran en estado de coma, con pérdidas de memoria importantes, ya sea demencia senil, Alzheimer o enfermos  terminales o en estado de agonía., etc. Es decir, en situaciones en las que la persona se encuentra "ausente".

Voy a hablar de dos casos que me han afectado directamente. Nora es amiga mía; aunque trabaja en España, suele ir mucho a Italia por haber nacido allí. En este país vive su familia y suele ir a visitarles con relativa frecuencia. Un día, antes de marcharse para su ciudad, me llamó para despedirse hasta su posterior vuelta. Su madre estaba en el hospital, llevaba un tiempo enferma y quería ir a verle al igual que había hecho otras veces. Tenía demencia senil.

Llevábamos un rato hablando cuando le comenté que tenía un mensaje de su madre, quería despedirse de ella. Le daba las gracias por todas las visitas, cuidados y mimos que le había regalado, por las horas que había permanecido en la habitación junto a ella en silencio o leyéndole un libro y terminaba diciéndole que le quería mucho. Mi amiga se extrañó, porque había hablado aquella mañana con ella y le había visto bien.

Al cabo de unos días me llamó, su madre había fallecido de manera repentina mientras ella estaba volando hacia Italia. Decía que recordaba la conversación que habíamos tenido, le había sorprendido el mensaje de su madre pero no quiso darle importancia. Cuando supo que su madre había muerto, comentó que las palabras que le dedicó ella, de repente, habían adquirido el significado real y claro de la despedida. Me dio las gracias porque había podido oír a su madre una vez más y aunque no había llegado a tiempo para darle un último beso, supo que su madre no se había olvidado de ella y quiso decirle adiós.

En este caso, mi papel ha sido de espectadora en un primer momento y de médium después. Vicente y Marisa llevan más de sesenta años juntos. Se conocieron siendo niños y se casaron jóvenes. Desde hace quince, Marisa tiene Alzheimer. Poco a poco su memoria se ha ido perdiendo hasta llegar al olvido total. Vicente, acude a un centro de día. Allí se distrae un poco.

La semana pasada al levantarse, fue corriendo a abrazar a su mujer, le daba besitos y con lágrimas en los ojos decía que ella se iba a marchar, iba a morir, se lo había comunicado esa noche en un sueño. Los demás no le dieron importancia a este hecho. Tres días después Marisa fallecía. No dijo nada, dejó de respirar y se marchó con una sonrisa en la cara. Vicente había podido despedirse de ella. Marisa antes de marcharse quiso despedirse de toda su familia, marido, hija, yerno, nietos. Pudo hacerlo a su manera, el Azheimer aparentemente limitador, no impidió que utilizara su corazón y su amor hacia ellos y desde el astral se puso en contacto con todos, diciéndoles cuánto les quería.

Durante su funeral, ha estado con su familia, cuidando de ellos y sonriéndoles. Durante un momento, se ha sentado junto a mi, su mirada lo decía todo, estaba tranquila y en paz. Su familia aunque con dolor por su pérdida, estaban bien. Al finalizar, se ha marchado hacia la luz. Le he dicho adiós una vez más a lo largo de esta semana, y mientras le devolvía la sonrisa, he vuelto a despedirme de ella, sabiendo que su tránsito ha sido natural, suave y rodeada de los suyos. Ahora está descansando, se encuentra bien, se ha podido ir en paz y es feliz.


La foto de la imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

viernes, 2 de marzo de 2012

Una casa encantada o la historia de José

Unos conocidos mios están cansados de escuchar ruidos a altas horas de la madrugada en la casa contigua a la suya. Unas veces, se oye el sonido de las cañerías; otras, ven luces que se apagan y encienden. La casa está vacía desde que murió el dueño y piensan que han entrado a robar

La policía investiga a fondo y no descubre nada. Los sonidos y luces se repiten; y el caso, pasa de la policía municipal a la autónoma. Realizan todo tipo de comprobaciones, tuberías, instalación eléctrica, gas, etc., deducen que no hay nadie en la casa, ni tampoco ningún animal. Ellos mismos viven los fenómenos  y no tienen una explicación lógica que lo explique. Uno de ellos, cree que la casa está encantada.

En esta casa vivía José. Se había quedado viudo siendo joven y no tenía hijos. Era una persona jovial, atenta y amable hasta que murió su mujer. Desde ese día, se encerró en casa, no salía, el dolor era tan grande que decidió que la vida no merecía ser vivida. Sus amigos acudían a verle, llevándole comida, intentando que saliera de casa y que poco a poco volviera a una vida rutinaria. Fue imposible. José siguió aislándose aún más.

Cerca de la casa, están las vías del tren. Un día apareció su cuerpo sobre las vías. Nunca se supo si había sido un accidente o un suicidio. Al poco de morir, aparecieron los primeros sonidos extraños. Nadie los relacionó con José, sino con que entraban animales o personas a la casa.

Cuando escuché la historia, me conmovió mucho y sentí que José estaba ligado a la casa. Quería ayudarle y no sabía cómo. Empecé a rezar por él, decidí enviarle luz y amor. No me apetecía acercarme a la casa por respeto, y cierto miedo. La historia fue conociéndose entre más personas y algunas de ellas comenzaron a ir allí a investigar, para ver si veían o sentían algo.

Un día, unos amigos me convencieron y fuimos a la casa. Nos quedamos en el coche. Estaba inquieta, tenía la sensación de estar molestando. Al poco de llegar, escuché una respiración profunda e intensa junto a mi. Sentí la ira, la rabia y el enfado de José. Era una sensación muy fuerte. Les pedí que nos marcháramos. Ellos no habían escuchado nada y se quejaban por haber tenido que irnos sin descubrir nada interesante. Si antes sentía que José quería estar sólo, ahora sabía que era cierto. Decidí no volver e intentar que le dejaran sólo. Fue imposible, la historia daba miedo y morbo.

Seguí enviando luz y amor a José, no era la única en hacerlo, éramos un grupo grande. Al cabo de un par de meses, la gente dejó de ir a la casa, se aburrían, no pasaba nada. Sentí que José ya no estaba allí, se había marchado y estaba en paz.

Pasado un tiempo, José se puso en contacto con un par de personas del grupo, quería dar las gracias por el envió de luz, ya que le había ayudado a darse cuenta de que debía pasar al otro plano sintiéndose feliz y libre.   

Contó su historia. Había estado muy apegado a la casa, era lo único que tenía; allí había sido inmensamente feliz y desdichado. Se sentía culpable por la muerte de su mujer, por no haber podido evitarla y estaba lleno de dolor y angustia. 

Al morir vio la luz, sintió amor y escuchó cómo su mujer le pedía que se reunieran de nuevo, yéndose con ella. Su sentimiento de culpa le impidió ir a la luz. No se sentía preparado para dar el paso, decidió que tenía que cumplir penitencia y ésta era quedarse. Decidió seguir viviendo el dolor, pensaba que era lo que merecía. Y se quedó en la casa, siendo él el origen de los fenómenos.

Han pasado muchos años de todo aquello, más de veinte. De vez en cuando, me suelo acordar de José y sonrió al hacerlo. Se que está bien, en la luz y disfrutando del amor en el otro plano. El conocerle y poder ayudarle fue muy importante para mi a todos los niveles, fue una experiencia muy especial.


 La imagen de la foto está sacada de internet y desconozco quién es su autor.