miércoles, 26 de diciembre de 2012

Doce campanadas, Trece deseos

Dentro de unos días es Nochevieja y con ella daremos paso a un nuevo año. Desde hace algún tiempo suelo hacer un pequeño ritual que quiero compartir con todos.

Con cada campanada de medianoche, con cada uva que tomo, pienso un deseo que quiero que se realice en el año entrante. Al ser doce campanadas, suelen ser muchos deseos.

Otra opción que puede ser complementaría, sería realizar una meditación o una visualización. Propongo que cada uno se deje llevar y elija hacer lo que le parezca más fácil, cómodo, práctico y natural de realizar. Podemos hacerlo de manera individual o si estamos acompañados, pedir que cada uno elija un deseo.

Este año que viene entramos en 2013, y al terminar las campanas incluiré un deseo más, el 13 en su honor. Este deseo extra no va a ser sólo para mi, quiero hacerlo extensible a todo el mundo, universo, planeta, seres que habitamos la tierra.

Doce campanadas, treces deseos. Todavía no he pensado todos los deseos, aún quedan días para ir añadiendo o quitándolos de la lista. Mientras escribía, todavía no he terminado la lista, he ido pensado en los siguientes deseos:

1. Paz
2. Felicidad.
3. Amor.
4. Trabajo.
5. Prosperidad.
6. Salud.
7. Alegría y vitalidad.
8. Viajar.
9. Que la Luz y Amor envuelvan a todos los seres queridos, fallecidos y vivos.
10. ...
11. ...
12. ...
13. Deseo lo mejor para todos los seres de todos los mundos, dimensiones y planos, que habitamos la tierra, para que cada uno reciba lo que necesite y desee.

Aprovecho para desearos unas Felices Fiestas y un Feliz Año Nuevo, llenas de felicidad, alegría, armonía, luz y amor. Sed muy felices.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

martes, 18 de diciembre de 2012

La vida y el alma

Somos energía y como tal eternos. Nuestra vida en la tierra, está basada en el aprendizaje. Venimos a aprender y así, evolucionamos como almas hasta completar todo el proceso que nos devuelve al punto inicial, al del origen, al del Amor verdadero, Dios, Energía Universal, o el nombre que quiera darle cada uno.

Al principio, cuesta un poco entender el proceso. Habrá quienes piensen que sólo somos seres humanos que después de nacer y vivir, morimos para pasar a otro plano o a la nada. Es cierto hasta cierto punto; sin embargo, al ser energía no morimos, digamos que, nos reciclamos y volvemos a ser lo que éramos pero con algo más de sabiduría.

Al nacer, venimos con una misión que normalmente olvidamos casi inmediatamente; y es evolucionar a través del aprendizaje, de vivir experiencias que ayudan a avanzar. Habrá quienes vengan a aprender a superar pruebas, a vivir el apego, el dolor, el éxito, el amor, el riesgo, la aventura, el sacrificio, la entrega a los demás; otros deberán aprender a vivir las emociones o lo material. 

No existe un tiempo límite para aprender cada aspecto que elegimos; ya que puede superarse en una vida o en varias. La reencarnación permite que volvamos a vivir o experimentar aquellas cuestiones que dejamos pendientes en otra vida.

La misión de cada alma es distinta porque el aprendizaje y la evolución es individual. Es importante que miremos hacia dentro, y escuchemos lo que sentimos, que observemos cómo actuamos, qué nos mueve y qué hacemos sin pensar, de manera casi instintiva.

Algunas almas tienen como misión servir y ayudar a los demás; otras, guiar; algunas, consiguen que abramos los ojos a lo que nos rodea, ampliando nuestra conciencia; otros grupos tienen la misión de acompañar en los momentos de tránsito, de cambios; otros sanan el alma, el corazón y la mente; los hay que vigilan y protegen.

Muchas personas hacen de su vocación su profesión, sabiendo que están poniendo en marcha su misión. Otras en cambio, sin saberlo, llevaran a cabo su labor en cualquier trabajo en el que estén. Y en ambos casos, continuarán haciéndolo en su vida cotidiana. En ningún momento dejamos de ser almas aprendiendo y en evolución, ni en los peores momentos de nuestra vida, ni cuando sentimos que estamos bloqueados o ni en los mejores, cuando somos inmensamente felices.

Da igual dónde vayamos, dónde trabajemos o con quién estemos. Nuestra alma sabe lo que ha venido a hacer, a desarrollar y hará todo lo posible para llevarlo a cabo, seamos o no conscientes de ello. Permanezcamos atentos a ver qué nos hace felices, qué nos llena y satisface, qué hace que nos sentimos nosotros mismos, plenos y dichosos, pues serán pistas para descubrir nuestra misión.

La vida es el lugar en que vivimos todas las experiencias que posibilitan el aprendizaje del alma y su progreso. Unas veces iremos despacio; en otras, descansaremos; y en muchas ocasiones, acabaremos magullados por las heridas del camino; aunque también habrá tiempo para disfrutar del amor y de la felicidad. A pesar de lo duro que pueda parecernos, es lo que hemos venido a vivir. Dependerá de cómo lo afrontemos, de cuál sea nuestra actitud, lo que facilitará que consigamos el propósito del alma. 

¿Qué esperamos para celebrar la vida? Lancémosnos a vivirla, sacándole todo el jugo e intentado disfrutar al máximo de ella, por supuesto, desde el respeto a los demás y a uno mismo.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Soñar con los seres queridos fallecidos

Suelo recibir muchos correos con un mismo denominador común o con la misma pregunta, qué significa soñar con los seres queridos que han fallecido. Así que intentaré responder de la manera más sencilla que pueda.

El mundo de los sueños es enorme, lo imposible se convierte en posible. ¿Fantasía o realidad, liberación o pesadillas? Hay un poquito de todo.

A veces nos liberamos de nuestras ataduras y la mente descansa; otras veces, revivimos situaciones hasta encontrar la solución a los problemas cotidianos o preocupaciones dolorosas. En otras ocasiones, recibimos informaciones que pueden ser simbólicas, mensajes directos. Y también, podemos conectar, hablar, ver y sentir a seres que viven cerca, lejos o que han fallecido.

Es importante saber que no todas las veces que soñamos con algún ser querido que ha muerto, significa que hemos tenido una comunicación con ellos. A veces simplemente se trata de un sueño, de un recuerdo, de una vivencia compartida o deseada.

Otras veces, los sueños que tenemos con los seres queridos que fallecieron son reales. Les vemos, sentimos, escuchamos y hablamos con ellos como si estuvieran vivos. Es más, inclusive, en esos momentos, no recordamos que han muerto. Son reales, hay una interrelación entre ellos y nosotros. 

Estas comunicaciones a las que llamamos sueños, no lo son. Se producen en un lugar intermedio entre ellos y nosotros. Un plano vibracional y energético en el que el contacto es posible. La sensación es de realidad, porque lo es. No es una fantasía. Generalmente son "sueños" en los que además de verles, pueden decirnos cómo están, les podemos contar cómo nos sentimos sin ellos, qué nos preocupa, cómo podemos enfocar o vivir una determinada situación.

No siempre hablamos con ellos. En algunas ocaciones, permanecemos estando en silencio, escuchándoles, pues tienen un mensaje que darnos. Se encuentran bien, necesitan que recemos por ellos, que nos despidamos, quieren que estemos felices porque han encontrado la luz, quieren que encontremos algo, que rehagamos nuestra vida, etc.. 

Estos "sueños", se producen en el campo astral. No tenemos que hacer nada especial para "viajar astralmente", ya que lo hacemos a diario aunque después no lo recordemos. Una manera de diferenciarlos de los sueños normales, es la sensación de realidad tan clara que tenemos. Hemos estado allí, hemos hablado con otros seres conocidos o no, visitado ciudades desconocidas, acudido a un concierto, una exposición, una boda o un acontecimiento social, etc.

Y sobre todo, es ése lugar intermedio, en el que lo imposible se convierte en realidad, donde podemos reunirnos con nuestros seres queridos que han fallecido. El poder acudir a este lugar no significa que automáticamente veamos a nuestros seres sólo por el hecho de estar en ese plano. 

Cuando soñamos con nuestros seres queridos, y estamos en astral, lo ideal sería estar abiertos a vivir el momento, sentir con plenitud, preguntar nuestras dudas, percibir cómo están, sentir su amor o sus necesidades. A veces, con verlos es suficiente; con una mirada sabemos cómo están y lo que sienten. Y ellos a su vez, saben lo que hay en nuestro corazón y mente.

Al despertar, podemos pensar que hemos desaprovechado una oportunidad especial de poder decir más de lo que dijimos, de expresar nuestro amor; pero no es así, en un instante tenemos toda la información que necesitamos saber. Cuando despertemos, será la mente la que jugará con nosotros y querrá saber más cosas, puede que ponga en duda lo que hemos vivido. Si es así, aconsejo que escuchéis a vuestro corazón, él dirá si lo que habéis vivido es real o inventado. Se tiene una certeza muy clara aunque no podemos explicarlo con palabras. 

Soñar con nuestros seres queridos, a veces es un encuentro maravilloso que no deseamos que finalice; que nos permite expresar lo que sentimos en un segundo, recibir consuelo y amor al instante. Otras veces, soñar con ellos, es sólo un sueño, un deseo. Quién haya vivido y sobre todo, quién recuerde sus experiencias verá que son distintas a un sueño normal. Podemos apuntar lo que hemos soñado o vivido y después será más fácil analizar qué tipo de experiencia hemos pasado.

Disfrutemos todo lo posible de los encuentros con nuestros seres queridos mientras "soñamos". Recordemos que el tiempo y el espacio no son iguales en todas las dimensiones y planos energéticos. Eso hace posible que vivamos experiencias y comunicaciones con los seres que queríamos y que murieron, que a su vez, siguen vivos no sólo en nuestra memoria, sino en el plano energético que les corresponda según su vibración y evolución.

Podéis tener más información en la siguiente entrada, Cómo distinguir un sueño de un encuentro astral con los seres queridos ya fallecidos.


La foto es de un dibujo mío. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Testamento vital o Voluntades Anticipadas

Existe tanto temor a la muerte que la mayoría de nosotros olvidamos prepararnos para ella, ya sea emocional, económica, familiar o psicológicamente.

Todos vamos a vivir este momento, pensar en él desde una actitud positiva, no significa llamar a la propia muerte, sino estar prepararos lo mejor posible para afrontarla cuando llegue.

Un aspecto que también solemos olvidar y me parece importante recordar, es el hacer el testamento vital.

Es un documento de voluntades anticipadas o lo que es lo mismo, un documento en el que plasmamos la atención médica que deseamos recibir en caso de padecer una enfermedad irreversible, terminal y no estar en condiciones de poder expresarlo.

No es lo mismo que la eutanasia. Simplemente expresamos las atenciones que queremos recibir en caso de que no podamos hacerlo nosotros mismos en ese momento. Así, dejamos constancia por escrito de ello y además nombramos a un albacea o responsable de que se lleve a cabo nuestros deseos. Si deseamos cambiar de opinión sólo tendríamos que volver redactar otro testimonio vital.

El testamento vital se puede firmar ante notario o en las delegaciones de salud de cada comunidad autónoma. Existen para ello unos modelos específicos que habría que rellenar en función de nuestros deseos.

A modo de ejemplo, aquí tenéis un ejemplo de formulario del testamento vital.

Que si llego a encontrarme en una situación en la que no pueda tomar decisiones sobre mi cuidado médico, a consecuencia de mi deterioro físico y/o mental, por encontrarme en uno de los estados clínicos enumerados en el punto 4 de este documento, y si dos médicos independientes coinciden en que mi estado es irreversible, mi voluntad inequívoca es la siguiente:
1. Que no se prolongue mi vida por medios artificiales, tales como técnicas de soporte vital, fluidos intravenosos, fármacos o alimentación artificial.

2. Que se me suministren los fármacos necesarios para paliar al máximo mi malestar, sufrimiento psíquico y dolor físico causados por la enfermedad o por falta de fluidos o alimentación, aún en el caso de que puedan acortar mi vida.

3. Que, si me hallo en un estado particularmente deteriorado, se me administren los fármacos necesarios para acabar definitivamente, y de forma rápida e indolora, con los padecimientos expresados en el punto 2 de este documento.

4. Los estados clínicos a los que hago mención más arriba son:
  • Daño cerebral severo e irreversible.
  • Tumor maligno diseminado en fase avanzada.
  • Enfermedad degenerativa del sistema nervioso y/o del sistema muscular en fase avanzada, con importante limitación de movilidad y falta de respuesta positiva al tratamiento específico si lo hubiere. Enfermedades o situaciones de gravedad comparable a las anteriores.
  • Otras: (especificar si se desea)
5. Designo como mi representante para que vigile el cumplimiento de las instrucciones sobre el final de mi vida expresadas en este documento, y tome las decisiones necesarias para tal fin, a:

6. Manifiesto, así mismo, que libero a los médicos que me atiendan de toda responsabilidad civil y penal que pueda derivarse por llevar a cabo los términos de esta declaración.

7. Me reservo el derecho a revocar esta declaración en cualquier momento, en forma oral o escrita.

Además de las distintas consejerías autonómicas de salud, existen otros organismos dónde poder informarse sobre éste tema, Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente, Conferencia Episcopal Española, Voluntades Anticipadas Sanidad Pública Vasca, etc.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Sobre las señales de nuestros seres queridos fallecidos

Sois muchos los que a través de los correos preguntáis cómo podéis comunicaros con vuestros seres queridos que han muerto, y qué hay que hacer para que una vez que ya se ha establecido el contacto éste no desaparezca sin más. Intentaré responderos a todos desde aquí.

Al morir, pasamos por varias etapas. El tránsito o el paso de la vida a la muerte, es una de ella;  ya estando muertos, nos adaptamos al nuevo lugar, a la nueva vibración, plano o dimensión. No todos vamos a los mismos lugares, como tampoco al venir, nacemos en el mismo país.

Cada dimensión o plano es el correcto y adecuado para seguir nuestra evolución como alma, y siempre es luz y amor. Desde ese nuevo lugar los seres siguen trabajando, reposando, evolucionando; unos, deciden continuar su trabajo en otras dimensiones y otros, quieren permanecer cerca nuestro, ya sea como parte de tu trabajo evolutivo o por amor. La decisión es suya y no nuestra.

Las señales de los seres queridos pueden comenzar ya incluso antes de morir. Podemos escuchar cómo cuentan que ven a familiares que murieron hace tiempo y hablan con ellos, transmitiéndonos sus mensajes. Por ejemplo, está aquí tía María y me ha dicho que no me preocupe, porque va a estar conmigo todo el tiempo.

Las señales suelen producirse antes, después o durante la muerte, aunque la mayoría suelen darse tras el fallecimiento. Seguramente alguno de vosotros reconozca haber vivido la siguiente experiencia. Estaba durmiendo cuando me he despertado y he visto a tía María a mi lado, me decía adiós y le he visto contenta. Al despertar, me he enterado que había fallecido. Estos encuentros se producen en un lugar intermedio entre ellos y nosotros, el campo astral; aunque nosotros lo vivimos como si fuera un sueño muy real.

Lo mismo puede ocurrir estando despiertos. Pensamos que no ha podido suceder, que todo es producto de nuestra imaginación. Al poco tiempo, descubrimos su muerte. Además de la voz, sentir o ver su presencia, podemos oler su colonia, su fragancia, de repente aparecer una foto suya, un libro especial, cualquier objeto o hecho que esté relacionado con la persona que ha muerto.

Tras su muerte, además de echar en falta su presencia, queremos saber cómo están, cómo se encuentran, si ha quedado algo pendiente que solucionar. Queremos tener noticias de ellos. El dolor que sentimos muchas veces hace de barrera e impide que percibamos las señales que nos envían. Es aconsejable mostrar una actitud lo más abierta posible pues no sabemos de qué manera intentarán comunicarse con nosotros.

Tampoco todos los seres se comunican, sólo aquellos que lo consideran necesario tanto por ello o por nosotros. Suelen ser mensajes breves, estoy bien, soy feliz, me acuerdo de ti; y les vemos y sentimos rodeados de luz. Una vez que han transmitido lo que querían decirnos, no ven ninguna necesidad de seguir mandándonos mensajes, puesto que tenemos la información que necesitamos. Y por este motivo, muchas veces dejamos de recibir mensajes o señales de ellos, porque ya han dicho todo lo que querían contarnos.

Otro tipo de mensajes son los que recibimos a través de la mediumnidad o canalización. En general, suelen ser algo más largos, dan más información, podemos hacerles preguntas, etc. Eso, si, siempre van a marcar la pauta ellos. Van a comunicar lo que consideran importante que sepamos, al margen de si es lo que deseamos saber o no.

Al morir cambiamos, no solemos pensar y sentir de la misma manera que cuando estábamos vivos. Damos importancia a diferentes temas, aunque no por ello, dejamos de tener una personalidad o carácter similar al que teníamos estando vivos y seguimos amando a quiénes quisimos estando vivos.

Recibimos señales suyas constantemente, aunque la mayor parte de ellas no las vemos o percibimos. ¿Podemos pedirles que nos ayuden y manden información? Si, podemos hacerlo, pero siempre y cuando, lo hagamos desde el respeto, el amor y sabiendo que ellos deben continuar su labor evolutiva. Eso no significa que dejen de estar a nuestro lado.

No podemos atarnos a ellos, porque les echamos en falta; debemos seguir caminando y viviendo nuestra vida de la mejor manera posible, aunque el dolor por su ausencia deje una huella profunda. No estamos solos, ellos nos ayudan. Sin embargo, debemos recordar que tanto ellos, como nosotros, seguimos evolucionando cada uno a su ritmo y es bueno que nuestros seres queridos, sigan fluyendo y avanzando en su camino.

Abramos el corazón a las señales, a la información, a la comunicación con ellos sin miedo. En teoría, todos estamos preparados para ver las señales, aunque no todos las vemos. Es más fácil sentirlas cuando estamos abiertos, cuando fluímos, y dejamos la mente fuera, ocupada en otras cuestiones.

Os invito a que abráis la mente y el corazón a poder ver y percibir sus señales. Y si queremos tener más información o comunicarnos con ellos a otros niveles, siempre podemos acudir a un especialista que nos ayude a poder recibir la comunicación o mensajes de nuestros seres queridos.


La imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

martes, 13 de noviembre de 2012

El sentido de algunas muertes

Estamos viviendo tiempos muy complicados ya no sólo a nivel económico, laboral, social, emocional, afectivo; también a nivel espiritual y evolutivo. Épocas de crisis, de cambios y transformaciones internas y a nivel global, donde todo tiene un porqué, aunque la mayoría de las veces no logremos comprenderlo.

Todas las muertes son iguales en el sentido físico del hecho. Dejamos de respirar, se para el corazón, eso es igual para todos. Lo diferente es cómo se siente cada muerte y qué huella deja en las personas de su alrededor o en su entorno.

Algunas muertes, por ser duras, trágicas, por las circunstancias que le rodean, no pasan desapercibidas. Y sus consecuencias son como las ondas del mar, llegan a sitios insospechados, originando reacciones que no estaban previstas y abriendo a nuestro paso nuevas perspectivas o percepciones de ver o sentir la muerte y la vida.

Las muertes provocadas en accidentes o negligencias, producen una reacción en cadena a nivel social de concienciación ante lo ocurrido, demandando soluciones urgentes y que se tomen medidas para que no vuelva a suceder. Por ejemplo, puntos negros en la carretera, corrimientos de tierra, inundaciones por lluvia, construcciones en lugares frágiles o inestables, etc,; tras la tragedia, en poco tiempo se soluciona con rapidez.

Las muertes de niños, jóvenes o las que son violentas, hacen que recapacitemos sobre el valor de la vida y la muerte con mayor profundidad; nuestra cabeza se llena de ideas sobre cómo queremos que sea nuestra sociedad, un lugar sin cabida para la violencia. Lo mismo podríamos decir de las llamadas muertes de género, cada muerte, ya sea de un hombre o mujer, es una llamada a exigir que se tomen las medidas adecuadas para que no vuelva a ocurrir de nuevo. Y a la vez, nos lleva a replantearnos qué ocurre en la sociedad, cuál es la base sobre la que vivimos y qué debe cambiar para disfrutar de una covivencia armoniosa.

Unas muertes suponen a su vez, dar vida a otras personas, a través de la donación de sus órganos. Hay dolor, pero también amor y generosidad. La muerte del ser querido adquiere un nuevo sentido. El dolor y el duelo se viven de otra manera; ni mejor, ni peor, distinto. Otras en cambio, exigen justicia, por ejemplo tras un asesinato.

Otras muertes, últimamente ha aumentado enormemente el número de suicidios debido a las consecuencias de la crisis que estamos viviendo, han conseguido que los bancos, la justicia, el gobierno, se replanteen el tema de los desahucios de las viviendas. De momento, se van a paralizar durante dos años para los casos más graves. Podríamos pensar que éstas muertes, han provocado una reacción en los estamentos que dirigen la sociedad. Muertes que ojalá no se hubieran llegado a producir; pero no han sido en vano, han sido una llamada de atención muy trágica sobre una situación grave. Es triste que tengamos que llegar a estos extremos para que algo cambie en nosotros.

Ninguna muerte debería pasar desapercibida. Todas son importantes, todas dejan huella, recuerdos, vacío, dolor, amor, indiferencia, generosidad, etc. Encontrar un sentido que va más allá de la simple muerte, es un consuelo, una ayuda y un estímulo para poder continuar viviendo y trabajando por el legado que nos han dejado. Ellos han abierto el camino, nos corresponde seguir su senda y terminar lo comenzado.

Muertes que, además del dolor y ausencia que dejan en sus familias y conocidos, son una llamada de atención a nuestra conciencia, son un punto de inflexión en nuestro pensamiento, un antes y un después en la acción.

Estamos viviendo una época de grandes cambios, comenzando desde lo más pequeño, cada uno de nosotros, hasta lo más global, todo el planeta. Algunas muertes, son señales, indicaciones o mensajes para que reaccionemos, pensemos y decidamos cómo queremos vivir en este mundo. Si cambiamos a nivel particular, el mundo también lo hará; pues todo está unido, todo es energía. Esas muertes, pueden ser el detonante, el origen del cambio o al menos, una ayuda para que comencemos a pensar y a reflexionar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor.

Esas muertes, las han originado, seres cuya alma, tenían esta misión, la del cambio de conciencia. Ayudar a los demás a ver, a sentir, a tomar conciencia de lo que somos, de lo que ocurre, de lo que estamos viviendo y no quedarnos cruzados de brazos. Otras almas, tienen otras misiones y todas juntas, llevarán a cabo lo que iniciaron éstas pioneras. Todo forma parte del aprendizaje y evolución de las almas.


La imagen está tomada desde la bahía de La Concha y la fotografía es mía

lunes, 5 de noviembre de 2012

Volver a vivir. Un libro muy especial

Hoy quiero hablar de un libro muy especial. Se llama Volver a vivir. Diario del primer año después de la muerte de un hijo. Su autora es Mercè Castro. Seguramente os sonará su blog, Cómo afrontar la muerte de un hijo, que os recomiendo visitar.

Ignasi, el hijo de Mercè, muere a los quince años, en plena efervescencia de la vida, lleno de ilusiones, sueños e ideas. Y antes de morir, unos meses antes, comenzó a escribir una especie de diario en el que anotaba sus opiniones, emociones y pensamientos.

Es un libro muy especial por muchos motivos, quizá porque está escrito en primera persona; porque desprende vitalidad y positividad; tal vez se deba a que podemos reconocernos totalmente en sus emociones diarias, en sus palabras y sentimientos, en sus caídas y avances; o simplemente se deba al gran amor con el que está escrito y llega al corazón.

No es un libro ñoño, cursi; es real, late con fuerza y eso lo hace único. El libro comienza con las anotaciones que comenzó haciendo Ignasi antes de saber que iba a fallecer al poco tiempo, y continúa con la visión de Mercè ante la pérdida de su hijo, el duelo, y el apostar por la vida, por ella, por sus hijos, por su marido.

Volver a vivir, es encuentro de emociones, de sentimientos, de pensamientos e ideas, y sobre todo, es vida. Una apuesta por vivir, siendo optimista y teniendo los pies en la tierra, afrontando los cambios que supone la pérdida de un hijo, vivir el dolor compartido, encontrando en él, y en la pérdida de Ignasi el rumbo a seguir, fuerza para avanzar y crecer, todo ello, sin olvidar los baches en los que caemos. Es una ventana a abrirse a la vida, al horizonte, a la luz, a la vida. La fotografía de la portada del libro expresa muy acertadamente todo lo que está dentro.

Es un libro que desprende amor, y además es sanador a todos los niveles. Calma el alma, masajea el corazón, y llena de energía y vitalidad el cuerpo. Al tener el libro en las manos, se nota el hormigueo de su energía. Me ha pasado muy pocas veces, pero de vez en cuando, aparece un libro que por si mismo, ayuda a sanar, solamente teniéndolo en las manos. Y éste lo hace.

Es un libro básico, de los que apetece tener a mano y muy cerca. Totalmente recomendable no sólo para los que han perdido un ser querido, sino también para el resto. No sólo por todo lo que cuenta y transmite, sino porque además, puedes abrirlo al azar y encontrar un mensaje especial para un momento o situación.

Había puesto que el libro se podía comprar en las librerías pero copio aquí mismo el comentario que ha dejado Mercé: El libro ya no se encuentra en las librerías, está agotado y pendiente de una segunda edición. Si queréis algún ejemplar poneros en contacto conmigo en isona@ibernet.com .

Mercè Castro acompaña a las personas que quieren reencontrar su fuerza interior para trascender el miedo y el dolor y vivir con amor, prosperidad y armonía. Da talleres y conferencias y, de forma individual, imparte terapias como la Técnica Metamórfina, el Reiki, las Constelaciones Familiares, la Interpretación de los Sueños y el Ho’Oponopono.

Y me gustaría añadir que recibí el libro de manos de Mercè, en un encuentro que era más bien un reencuentro entre dos viejas amigas. Quiero darles las gracias tanto a Ignasi como a Mercè por todo lo que he vivido y aprendido al leer el libro. Ha sido un regalo maravilloso. Mercè es amorosa, dulce y sonriente, contagia su positividad y energía. Es una persona muy especial, cercana y abierta.


La foto es la de la portada del libro. 

martes, 30 de octubre de 2012

Todos los Santos

He decidido volver a publicar esta entrada, que acaba de cumplir un año, porque al releerla he sentido que era la indicada para estos días. Algunos ya la habréis leído y para otros será nueva, apenas he retocado nada. Espero que os guste. 

Siempre me han gustado las flores desde niña y muy especialmente, los crisantemos. Estos días las floristerías están llenas de estas bellas flores, y en las pastelerías hay buñuelos y huesitos de santo de mazapán. Sí, estamos en vísperas de Todos los Santos.

Son unas fechas especiales para aquellos que han perdido a seres queridos. Si siempre están presentes en nuestro pensamiento, estos días todo nos lleva a pensar en ellos aún más. Son días de visitar los cementerios, de cuidar y limpiar la lápida de nuestros familiares, de poner flores nuevas en la tumbas de nuestros muertos.

Los seres que han fallecido, no están en los cementerios, ni permanecen en el lugar en que se esparcieron sus cenizas. Acuden allí, cada vez que nos acercamos a visitarles. Se reúnen ese día con nosotros casi como si se tratara de una cita.

En el otro plano, en la dimensión en la que están, pueden ir y venir en un instante de un lugar a otro. Tienen su trabajo, su ocupación; ya sea el descansar, limpiar partes de su vida recién vivida, ayudar a seres queridos y familia, ocuparse de solucionar aquello que consideran inconcluso, etc. Así que no permanecen quietos en un sólo sitio. Se mueven, actúan.

Alberto falleció lejos de casa. Había ido a hacer un master al extranjero; allí sufrió un infarto y murió. Le encantaba el mar. Su familia decidió depositar sus cenizas en una zona de la costa en la que se viera el mar.

Desde hace unos dos años o algo más, cada vez que su familia viene a verme, Alberto les pide que por favor, no vayan a verle a áquel lugar porque les ve sufrir, lo pasa mal al ver su tristeza, su pena. Quiere vivir su alegría, ver sus sonrisas, y poder participar de esta animación. Les propone que cada vez que se junten para comer o cenar, saquen el acordeón y disfruten. Desea que le recuerden cantando junto a ellos, feliz, siendo uno más en la mesa.

Su familia dice que necesitan ir al lugar donde dejaron sus cenizas, porque les gustan pensar que está allí, contemplando el mar y esperando su visita. Consideran que hacen algo especial, yendo a verle. Alberto, intenta explicarles una vez más, que siempre está con ellos. En su corazón, a su alrededor, durante el día a día. Mientras sonríe dulcemente, comenta que no hay manera, no lo entienden; otro año habrá que estar allí.

Hace tres meses murió Pilar, una gran amiga mía. Solíamos hablar mucho de la vida y la muerte con mucha libertad y abiertamente. Un día, en el que hablábamos sobre cómo organizar el funeral o dónde depositar sus cenizas; le comenté que cuando se fuera, me sentaría junto al árbol que le gustaba y pensaría en ella. Me miró con sus ojos azules, y con una sonrisa, - me dijo -, sabes mejor que nadie que no estaré allí, ¿para qué irás? Le devolví la sonrisa y le dije que tenía razón.

Si vamos a la playa, allí van; si vamos de excursión allí están; si vamos al cine, nos acompañan; y si vamos al cementerio, se unirán a la visita, porque siempre están a nuestro lado, junto a nosotros. Podemos celebrar su ausencia o presencia, a diario o el día que queramos, pero no necesariamente yendo al cementerio.

Están a nuestro lado, vayamos dónde vayamos o hagamos lo que hagamos. Nunca desaparecen de nuestro corazón, el lugar más íntimo y lleno de amor en el que pueden estar. Es posible que nos apetezca ir a dónde depositamos sus cenizas o están enterrados sus huesos. Si vamos es por nosotros, no por ellos. Me parece muy bien que quién tenga la intención de hacerlo, lo haga, es fantástico; pero sabiendo que ellos están a su lado, animando, velando, sosteniendo y guiando sus pasos día a día.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

martes, 23 de octubre de 2012

Una vida pasada de Elene

Seguimos hablando de la reencarnación. Esta vez, con la historia de Elene.

Conozco a Elene desde hace mucho años, no somos amigas íntimas pero si conocidas, y tras leer algunas de las entradas del blog, decidió contactar conmigo y proponerme una idea.

Elene, es la tercera de tres hermanos, una chica y un chico. Nunca se ha terminado de sentir a gusto en casa, con su familia, había sufrido menosprecios y malos tratos psicológicos. Aunque no sabía explicar bien el motivo, "sabía desde dentro" que ése no era su lugar, no se sentía identificada con ellos.

Durante algunos años, pensó que podría tratarse de celos, envidia hacia sus hermanos; y otras veces, pensaba que era todo fruto de su imaginación. Con el paso del tiempo, asumió como propio lo que escuchaba en casa, que era muy rebelde, una mala persona, siempre dando disgustos. Comentaba que era mejor seguirles la corriente y así pasar desapercibida, la convivencia era más fácil. 

Un día, siendo ya adulta, quiso saber la verdad, decidió investigar y asumir la realidad, si era un tema de celos o había algo más profundo. Quiso ponerse en mis manos para averiguarlo, quería llegar a la verdad a través de una regresión.

Al cabo de dos sesiones, descubrimos que en una vida pasada, Elene había estado prisionera en una celda, aislada y maltratada por sus carceleros. Pudo verles las caras; su cuerpo se estremeció y pareció encogerse. Comenzó a llorar. Decía que entendía muchas cosas, que la historia se estaba repitiendo de nuevo. Le pregunté a qué se refería y si reconocía a algunas de las personas a las que estaba viendo. Sí, contestó. Estoy viendo a mis padres. Ellos eran mis carceleros, aunque hay más personas pero no se quiénes son.

Quería saber cómo estaba Elene, cómo se sentía ante este descubrimiento. Me miró tranquila, y me dijo que por fin sabía la verdad, que no se lo inventaba, ni eran celos y también sabía porqué no se sentía a gusto en casa. Había averiguado lo que deseaba y aunque no era lo que esperaba, sentía paz y a la vez liberación. 

Días más tarde volvimos a estar juntas y me contó que la relación con su familia había mejorado. Entendía que la vida le había dado otra oportunidad, la de saber perdonar y que ya había empezado a hacerlo después de recibir la información. No veía a su familia como los enemigos, sino como las personas que le estaban ayudando a crecer, a ser ella misma y que por ello les quería aún más. No le importaba que en otra vida, hubieran sido sus carceleros, pues en ésta, eran su familia y le estaban dando su amor y que entendía que quizá para ellos, era más difícil que para ella. 

Había decidido no contar nada de lo que había averiguado a su familia, no merecía la pena, y sería además injusto pues seguramente se sentirían culpables de algo ya vivido, olvidado y que no tenía vuelta atrás. Había que mirar hacia adelante y ver en ello el regalo del perdón hacia ella misma y hacia los demás. Me dijo que ahora veía a su familia como eran de verdad, luchando por salir adelante, por dar amor en vez de castigo. Y para Elene, eso era un regalo muy bonito.

Me ha pedido que lo contara, porque cree que su historia puede ayudar a otras personas. Elene nos anima a no tener miedo a ver la verdad, por muy dura que sea y parezca; ya que el amor puede sanar y curar, abrir puertas que antes estaban cerradas, acercando a las personas. Desde cierto entendimiento, se tienden puentes que llevan a intentar comprender a las personas que están o forman parte de nuestro círculo más cercano. Y ella, en vez de alejarse más de sus padres, les ha entendido, perdonado y sintiéndose más unida a ellos. 

Seguramente, en otra ocasión volvamos a repetir la experiencia y descubramos que además de ésta vida dura, Elene y su familia como almas, están unidos por lazos de amor fuertes y podrá revivir vidas más fáciles y tranquilas.


La imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

domingo, 14 de octubre de 2012

Apuntes sobre la Reencarnación

Esta entrada está dedicada a María y a personas como ella que quieren saber más sobre la reencarnación. 

María está preocupada por una información que ha recibido de alguien sobre la reencarnación. Tiene un hijo pequeño y quiere saber qué tipo de relación les une o hay entre ellos. Tengo que comenzar diciendo que no se qué tipo de información ha recibido María pero se que está agobiada.

Intentaré ser lo más clara, concreta y concisa posible. Todos somos almas, y por lo tanto eternas, que dedican cuando así lo consideran, aprender ciertos aspectos para seguir su propia evolución. Cuando esas almas deciden estar en la tierra, se encarnan, además de alma, son un cuerpo. 

Las almas, si así lo desean pueden quedarse en el nivel, dimensión o plano en el que están, sin necesidad de encarnar. Puede pasar mucho tiempo o muy poco, antes de volver. Cada alma es la que marca su camino, su ritmo. 

Como almas que somos, y hemos pasado por muchas vidas, hemos vivido situaciones diversas, desde dolorosas, tranquilas, pacíficas, angustiosas, etc. O dicho de otro modo, hemos pasado por ser esclavos, ladrones, reyes, monjes, asesinos, santos, campesinos, mineros, amas de casa, soldados, etc.

Las actuaciones de cada vida, marcan un aprendizaje. En este caso, como alma, no se trata tanto de un aprendizaje moral o ético como el que conocemos nosotros, sino de orden espiritual. Cada vez que aprendemos, hay un avance; y la manera de aprender puede ser desde lo más duro y doloroso a lo más simple y sencillo. Algunas culturas hablan del karma y del darma, del deshacer para ganar. Cuando tenemos la oportunidad de aprender una situación; por ejemplo, el ponernos en el lugar del otro y no lo hacemos, "repetimos curso". Es decir, cuando decidamos volver, lo haremos aprendiendo aquello que quedó pendiente.

Indudablemente, no vivimos sólos, tenemos familia, amistades, somos sociales. Y como almas, solemos viajar, o encarnar entre almas con las que hemos tenido contacto anteriormente. Por ejemplo, mi madre ha podido ser en otra vida, mi pareja, mi enemigo, mi maestro, un vecino, una amiga, etc. Pero no por ello, deja de ser mi madre; y le veo y siento como lo que es. En general, tenemos relación aunque no la recordemos con casi todos los seres con los que nos relacionamos.

Todo ello, desde el punto de vista concreto, de la vida diaria, no tiene demasiada importancia, no es más que una información, que nos sirve para poder entender o solucionar algunas actitudes que tenemos en nuestras relaciones. Quién quiera investigar y saber más sobre ello, tendrá la oportunidad de poder limpiar, aclarar, comprobar o desbloquear situaciones, buceando en las relaciones que desee.

La vida actual, la que estamos viviendo, es la más importante y es en la que debemos centrarnos. En esta vida tenemos todo, las relaciones con la familia, amistades, trabajo, etc y con ello la oportunidad de poder resolver de manera consciente o no, asuntos que han podido quedar pendientes.

El agobiarnos o angustiarnos por la reencarnación, por saber qué tipo de relación hay entre mis padres, hermanos, conocidos, etc y yo, no es importante a no ser quiera  investigarlo para resolver alguna cuestión pendiente.

Nuestra familia actual, los seres con los que nos relaciomos son reales, concretos, y aunque en otras vidas, haya habido otro tipo de relación entre nosotros, la actual es la importante. Por poner un ejemplo que acabo de inventarme, de qué me sirve saber que mi padre y yo éramos enemigos en otra vida, si en ésta, nos queremos, colaboramos juntos y hay un respeto enorme. Lo que importa es lo que tenemos hoy y ahora. El resto es un plus, un añadido, una posibilidad u oportunidad de poder arreglar algo que no funciona.

En el caso de que nuestra vida sea sencilla, queramos y seamos amados, ya estamos trabajando en el amor, en avanzar y progresar como almas. Si sentimos que existe una unión, o un bloqueo que va más allá de la convivencia cotidiana y nos apetece investigarlo para que desaparezca, podemos hacerlo a través de las regresiones, constelaciones familiares, u otro tipo de técnicas.

Cada vida que vivimos es única y especial. Intentemos saborearla, disfrutarla; es un regalo, un momento para aprender, avanzar y evolucionar. La vida ya se presenta de por si bastante dura y compleja para agobiarnos por algo que ya no está en nuestras manos. Vamos a centrarnos en el aquí, en el ahora, en el instante y todo aquello que hagamos desde el amor, curará y sanará todo lo que estaba mal curado o bloqueado. El trabajar hoy, significa que limpiamos el ayer o el mañana.

María, no se si he sabido responder a tus preguntas. Si no es así, seguiré intentándolo.


La imagen es de un mandala mio.

 

martes, 2 de octubre de 2012

Señales de nuestros seres queridos fallecidos

Unas de las preguntas que más me suelen hacer son, ¿por qué no veo las señales de mis seres queridos? ¿por qué los demás si pueden y yo no? ¿por qué al principio soñaba con él o ella y ahora ya no?

Son varios los factores que intervienen a la hora de poder ver, sentir y percibir las señales de los seres o familiares que ya han fallecido. Entre ellos están el equilibrio mente corazón, la disposición y capacidad a percibir, el momento adecuado, el modo de ver, las tensiones, el miedo, el estrés, las ganas, la obsesión, las emociones y sentimientos, etc.

Una de las maneras de comunicarse nuestros seres queridos con nosotros, es a través de señales o mensajes que envían. Y pueden emitirlos de muchas maneras distintas. Y no tienen que ser siempre de la misma forma.

La mayoría de los mensajes que recibimos suelen producirse al principio, tras su marcha. Muchas veces es para comunicarnos que se han ido o que están bien. Durante un tiempo, dejamos de sentir su presencia, es normal.

Al morir, todavía estamos conectados con la tierra, con lo concreto, con la materia, somos más densos y, aunque hemos abandonado nuestro cuerpo, seguimos teniendo cierta corporeidad. Resulta más sencilla la comunicación, y normalmente suelen elegir el mundo de los sueños, en este caso, el plano astral, como lugar de encuentro entre ellos y nosotros.

Tras su marcha, siguen su camino evolutivo y vibracional. No es posible tener el mismo contacto con ellos por mucho que lo deseemos. Por poner un ejemplo, si nos vamos de viaje a otro lugar, ya sea a trabajar o por placer, estaremos ocupados en nuestras cosas. Eso no significa que no nos acordemos de las personas a las que queremos, pero estamos a lo nuestro. Pues es parecido a lo que sucede tras la muerte, eso si, salvando las distancias.

Nuestros ojos, nuestro corazón, sigue necesitando el contacto, su presencia pero ellos, tienen otras ocupaciones, otro camino, el suyo; del mismo modo que cuando nos toque morir, seguiremos el nuestro. Por ello, son siempre nuestros seres queridos los que se ponen en contacto con nosotros, y no nosotros con ellos.

Ellos siguen avanzando y debemos ayudarles a seguir su proceso como almas que son. El demandar su atención no es bueno para ninguno. Solemos confundir la pena, el dolor, el vacío con el apego. Cuántas veces he escuchado, es que Fulanito siempre estaba pendiente de mi, y ahora que se ha muerto, ni tan siquiera he soñado con él o le he visto. No es lógico, estábamos tan unidos, me siento abandonada.

Sí es lógico y normal. Ellos están en otra dimensión, ocupándose de proseguir su vida, su evolución. Su sentimientos, sus metas, son distintas a las nuestras. Eso no significa que no nos ayuden, al revés, si pueden, nos mostrarán su cercanía, su apoyo y energía. Velarán y nos guiarán aportando luz a nuestros pensamientos y sentimientos.

Debemos dejarles partir, pues la muerte sólo es otra etapa, eso si, deja un vacío fuerte pero debemos afrontarlo con naturalidad y amor. No digo que no se sufra, que no haya un duelo, que no se necesite tiempo. Al revés, al pasar por estas etapas estamos asumiendo su marcha.

Cuánto mejor nos vean, nos sientan, nos perciban, más podrán ayudarnos, porque no existirá una dependencia nuestra hacia ellos.

Para entender y ver sus señales, debemos tener una mente abierta, ser espectadores de nuestra vida cotidiana, no esperar nada y ser como niños, estar abiertos a la sorpresa, y ello sólo lo podemos hacer si nuestro dolor, nuestra angustia no nos domina. Porque si es así, estaremos cerrados a sentir aquello que es alegría. Y nuestros seres son alegría y amor.

Seamos como niños, vamos a dejarnos llevar, observemos en la medida que podamos lo que ocurre a nuestro alrededor. Tal vez la señal que hacen, está delante nuestro y no podemos verla. A veces, cuando no esperamos nada, tenemos todo.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Las almas, su proceso en las muertes trágicas y accidentales

En la entrada anterior, Atlántida del blog, Mariposas en mi vida, dejó en su comentario, unas preguntas muy interesantes sobre los seres que mueren a manos de otras, víctimas de la violencia, del asesinato o en circunstancias trágicas. 

Atlántida quería saber qué pasaba con ellas, si iban a la luz o quedaban vagando por la tierra.

El que la muerte sea inesperada, trágica, violenta o accidental, no significa que como almas, quedemos vagando sin rumbo durante toda la eternidad. 

Cuando se produce este tipo de muerte, no da tiempo a reflexionar, ni a prepararnos para ella. Llega y listo. Todo sucede muy rápido, tanto para los que se van como para los que se quedan. Siempre es más "fácil" adaptarse a un hecho que sabemos que va a ocurrir que a uno inesperado.

Una muerte violenta o accidental, siempre impacta, llega muy profundamente, produce un caos mayor, un dolor más profundo. Nos preguntamos el porqué de estas situaciones trágicas, y casi nunca entendemos, ni damos con razones que las hagan comprensibles.

La pérdida de un ser querido que muere de manera trágica es más difícil de asumir, de aceptar. El duelo tiende a ser más doloroso y largo que cuando es una muerte natural o por enfermedad.

A nivel almas, a nivel evolutivo, las muertes con violencia, no se diferencían de una natural. El proceso es el mismo. El tránsito se inicia en el momento de morir; aparecen nos reencontramos con parte de nuestros seres queridos y guías, que velarán por nosotros durante nuestra marcha. No estaremos sólos, nos acompañarán, y tratarán de que entendamos lo que ha sucedido, guiando nuestros pasos a la luz.

Una vez más, el proceso de seguir a la luz, o de quedarse un tiempo más apegados a la tierra, dependerá de cada ser, de cada uno de nosotros. Algunos de ellos, pueden sentirse desorientados al principio, pero enseguida entenderán lo que ha ocurrido. Otros, seguirán a la luz, pues es su camino. Otro grupo, puede decidir que aún no es el momento de partir a la luz y prefieren esperar a hacerlo en otro momento.

¿Qué decisiones o factores intervienen en qué decidan quedarse o avanzar? Sus sentimientos y apegos. Los que decidan quedarse lo harán por apego ya sea a la familia, al trabajo, porque desean que se aclare o atrape a los culpables, se haga justicia, porque no se sienten preparados para avanzar, tienen miedo o quieren esperar a que se resuelva alguna situación determinada. Es exactamente igual que en una muerte natural.

Estas muertes trágicas, tienen un componente diferente al de una muerte natural,  y es, la de tomar conciencia de lo ocurrido. Es decir, si se trata de una muerte laboral, tomar conciencia de que deben extremarse las condiciones laborales, o descubrir el origen del porqué; si es por accidente, el tomar conciencia de cómo están las carreteras, de cuáles son las condiciones en que conducimos, alcohol, drogas, despistes, errores humanos, etc.

La huella que deja una muerte trágica, normalmente va asociada a una toma de conciencia ya sea a nivel individual o colectiva. Un asesinato individual o en masa, una guerra, un accidente de avión, de tren, por inundaciones o terremotos, marca un antes y un después. No nos dejan indiferentes y conllevan una toma de postura y un cambio a la hora de mirar, pensar, sentir, disfrutar y vivir la vida.

Cuanto más y mejor disfrutemos de la vida, más preparados estaremos para afrotar la muerte, aunque ésta sea inesperada y trágica. Os animo a saborear la vida todo lo que podamos.


La imagen es de un mandala mío.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Compañeros en el Adiós, de David Kessler

Hace algún tiempo que no hablo de libros, y en esta entrada quiero hacerlo de uno de ellos, que considero de lectura básica para saber más sobre la muerte y cómo podemos ayudar a los seres que están viviendo su presencia desde una actitud positiva y real de ella.

Se trata de Compañeros en el adiós de David Kessler. Kessler ha colaborado junto a Elisabeth Kübler-Ross, una de las mayores expertas en el tema de la muerte desde su trabajo como psiquiatra y acompañante de personas ayudándoles en su tránsito a la muerte.

Leí este libro hace algún tiempo, y decidí que tenía que estar cerca de mí. Aborda casi todos los temas relacionados con la muerte, y en él aparecen muchos testimonios de personas que cuentan cómo desean morir, qué necesidades tienen, cómo quieren vivir su fallecimiento. El abanico es enorme, se incluyen testimonios de personas moribundas de todas las edades, situaciones culturales y económicas, enfermedades, etc. que están en una situación grave o terminal. 

Kessler tiene acceso a los enfermos desde el ámbito sanitario, pues fundó una empresa de atención sanitaria a domicilio. Este trabajo le ha permitido, estar con personas que están viviendo sus últimos momentos de vida o situaciones graves en las que la muerte forma parte de su día a día y junto a ellas, aprender de sus necesidades, derechos, cuidados, miedos, dudas, alegrías, experiencias...

Si nos fijamos en el subtítulo del libro, Una guía para el último capítulo de la vida, ya está marcando una pauta en cuanto al contenido con el que vamos a encontrarnos. En él se habla de la muerte con entereza, con naturalidad. Está enfocado al cuidado, necesidades, derechos, cuidados y atención de los seres moribundos, ya no sólo físicas, sino también emocionales y espirituales.

En este libro se aborda el tema de la muerte tal y como es, buscando que sea lo más sosegada posible y eso se realiza escuchando a los que están próximos a vivirla. Hablando con la familia, sabiendo que la importancia del momento es para el moribundo; siendo la familia quién debe adaptarse al ser querido, a pesar de ser una situación complicada y difícil. Pues requiere anteponer las necesidades de ellos a las nuestras.

El libro se divide en once capítulos, en los que se plantean temas tan importantes como el expresar las emociones, conversar, compartir; habla del dolor y de las emociones que causa la situación que se está viviendo; de cómo es importante participar en las decisiones que toma el ser querido ante la proximidad de la muerte; de la importancia de no morir sólos; de la espiritualidad, etc. Y todo ello, a través de los testimonios de moribundos y su entorno.

Me parece un libro de consulta y guía interesante que aporta una información clara sobre qué actitud debemos adoptar ante la presencia de la muerte, ya sea como familia, entorno o protagonista de ella. Es muy del estilo de los libros de  Elisabeth Kübler-Ross, de la que hablaré en otro momento más adelante.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor. Es la portada del libro.

martes, 4 de septiembre de 2012

La muerte, el duelo y seguir avanzando

La muerte es una compañera leal que permanece a la sombra, hasta que un día, decide saludarnos. No sabemos qué día será el señalado, salvo que nos marcharemos en el momento indicado, ni antes, ni después, dando igual la forma en que lo hagamos, puede ser de muerte natural, accidente, enfermedad, suicidio, homicidio....

Nadie nos marchamos antes de tiempo. Muchas veces, pensamos que la muerte es injusta ya que los que se van, son niños pequeños, jóvenes; o la manera de fallecer es accidental o fortuita. Alguna que otra vez, hemos escuchado las siguientes palabras, estaba en el sitio equivocado en el momento equivocado. No sabemos qué hacía allí. O al revés, iba a montar en el avión y llegó tarde, al perderlo se salvó. 

Hay muertes que parecen anunciadas, que permiten hacernos a la idea de su proximidad. Por una parte, podemos comenzar a prepararnos para la marcha de nuestros seres queridos y así, vivir el duelo de una manera más suave. Tenemos la oportunidad de ir asumiendo su partida, de poder hablar, de resolver aspectos o situaciones que estaban rotas, o simplemente, expresar lo mucho que les queremos. Estas muertes son más fáciles de vivir, aún siendo dolorosas.

Las muertes rápidas, inesperadas, nos dejan en shock, bloqueados, todo acaba de repente y no habido tiempo de despedirse, de decir te quiero. Normalmente, el duelo de estas muertes es más traumático. Las preguntas se agolpan en la cabeza, conllevando más angustia. Tenemos la sensación de que no se ha cerrado el círculo, todo está inconcluso. No hemos dicho te quiero, recordamos que estábamos enfadados, o que podíamos haberle sonreído y no lo hicimos. Los y si... hubiera hecho y si... hubiera dicho, nos golpean, convirtiéndose en una noria que no deja de dar vueltas.

En estos casos, es fácil caer en la depresión, la angustia, la ira, etc. Debemos perdonarnos, y recordar que nuestros seres queridos nos aman a pesar de sentirnos culpables. Nos quieren y desean que sigamos nuestra vida, que continuemos hacia adelante y que vivamos lo más felices que podamos.

Eso no significa que no nos acordemos de ellos, todo lo contrario. Ninguno de nuestros seres queridos quiere que suframos y menos por ellos, quieren que disfrutemos cada instante de nuestra vida. Al anclarnos en el recuerdo y no querer vivir, no les estamos haciendo ningún favor a ellos, todo lo contrario, hacemos que estén pendientes de nuestro sufrimiento, les atamos y ellos deben seguir su camino hacia la luz y el amor.

Al final, sin querer, podemos caer en el victimismo, en una especie de egoísmo, y hacer de él nuestra manera de vivir; pero, insisto, nuestros seres queridos no desean que lo hagamos, quieren vernos reír, disfrutar de la vida, de las alegrías, de los amigos, y familia. Sentirnos culpables por estar vivos y ellos muertos, no les ayuda, ni tampoco a nosotros. No digo que sea fácil superar una muerte, pero debemos seguir viviendo pues al hacerlo, les estamos honrando a ellos.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

martes, 21 de agosto de 2012

Espiral, camino de evolución, vida y muerte

Solemos asociar la vida y la muerte con el comienzo y el final. Pero no es así. El alma, nuestra esencia, es eterna. Cuando decide que es el momento adecuado para avanzar, crecer, aprender y evolucionar determinados aspectos, emprende un viaje que le llevará a vivir sus retos.

Este viaje, se llama vida. Nacemos, comenzamos a vivir, a experimentar, a sentir emociones, percibimos el dolor  y la alegría, el desasosiego y la tranquilidad, y entre ambos extremos, quedan aún múltiples gamas de emociones por desarrollar e integrar.

No solemos plantearnos el momento del nacimiento, si hemos sufrido, si lo hemos hecho alegres; simplemente lo olvidamos. Damos por supuesto, que es un proceso natural; y salvo que haya habido alguna complicación o percance durante el parto, el nacimiento pasa a ser un motivo de alegría, un recuerdo bonito que celebramos cada año, y le llamamos cumpleaños.

Antes de nacer, éramos alma y para estar en la tierra, necesitamos un vehículo para caminar, una carcasa que se convierta en nuestra casa, que es nuestro cuerpo. Generalmente, no recordamos nuestro paso de ser alma a integrarnos en un cuerpo. Pasa desapercibido, ni nos lo planteamos y eso que hemos dado un gran salto; hemos vivido un gran proceso que también es un comienzo y un final.

La muerte es como el nacimiento. De nuevo, nos preparamos para vivir otro cambio, una transformación que nos lleve de regreso a casa como almas que somos. Esta fase se llama muerte, en la que dejamos atrás la envoltura física, para volver a ser esencia, alma o espíritu, para volver a reencontrarnos con otros seres amados. 

La muerte supone de nuevo un mismo proceso, dejamos atrás algo viejo e iniciamos un comienzo. Nos preparamos para regresar con las lecciones aprendidas, con las que decidimos trabajar cuando llegamos a la vida. Una vez fallecidos, vivimos otra fase, la de recapacitar y poner en orden lo que ha sido nuestra vivencia, nuestra vida y comprobar si realmente hemos realizado nuestros propósitos iniciales, aquellos que decidimos aprender o desarrollar al nacer. 

Transcurrido un tiempo, cada ser el que necesite, no hay límite de tiempo, ni presión, decidimos regresar para vivir y aprender nuevas situaciones. Para ello, volveremos a nacer, volveremos a reencarnarnos dando comienzo de nuevo a otro proceso de comienzo y final.

Si pudiéramos dibujar este proceso, veríamos una preciosa espiral, formando círculos que van en ascenso. Podremos volver a vivir situaciones similares pero no iguales, que nos llevará a ascender, a pararnos o descender, según lo que necesitemos aprender. Al final, aunque no hayamos tomado las mejores decisiones, alcanzaremos el siguiente nivel de ascenso en nuestro camino evolutivo, que es lo que significa avanzar, crecer y evolucionar vibracionalmente.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

miércoles, 15 de agosto de 2012

Abriendo los ojos a la Vida y a los cambios que vienen

Si hay un tema del que preferimos no hablar o pasar de puntillas, es sin duda, la muerte. Parece que con sólo nombrarla, ya estamos invocándola, pero no es así. Antes o después todos viviremos este proceso en el que dejaremos el cuerpo físico, para volver a ser alma o espíritu. 

Normalmente, no recordarnos haber estado en otro lado, ni venir de otro plano. Al nacer, regresamos a la tierra desde nuestra casa, desde el lugar o dimensión en el que estamos. Lo hacemos con una misión o trabajos determinados que cada alma, cada ser, elige sin que presión de ningún tipo.

Se trata de una decisión en la que prima, el trabajo evolutivo, el desarrollo del alma. Puede que el alma necesite un período de descanso y elija tener una vida cómoda o fácil, resolver cuestiones emocionales relacionadas con otras almas, enfrentarse a dificultades que no puedo o supo superar en otras existencias, etc, arreglar conflictos que quedaron pendientes, iniciar nuevos aprendizajes, etc.

También entre estas misiones, y especialmente coincidiendo con momentos históricos y evolutivos claves; ciertas almas deciden venir para aportar luz y claridad, para resolver problemas, ayudar a encontrar soluciones. En estos momentos de confusión planetaria, se irán haciendo visibles e irán surgiendo tanto a nivel mundial como cotidiano. Les distinguiremos por ser personas que harán que reflexionemos, que nos planteemos cuestiones que hasta ese momento no habíamos tenido en consideración y eran importantes, etc

Normalmente, estos seres, tienen un nivel vibracional o energético y evolutivo superior al resto. Esto no significa que sean mejores que el resto. No, para nada. Cada uno de nosotros tiene su ritmo evolutivo y todos ayudamos al resto a seguir avanzando, dando igual qué nivel tengamos.

Por llamarlo de alguna manera, podríamos señalar que ejercerían una labor de guías, aportando luz en la oscuridad. En momentos de confusión, en el que es difícil ver con claridad, brotan de la nada, personas que dicen ser gurús, profetas con información especial, iluminados que tienen la solución a todos los problemas y se mezclan con los seres que realmente aportarán luz y guía.

Poco a poco, se va acercando una fecha, para algunos fatídica y que crea temor, el 12.12.12. Quedan unos meses hasta diciembre, algunos con sus ideas crean más confusión que claridad, más miedo que seguridad. Cada uno es libre de creer o seguir a quién desee, pero por favor intentemos distinguir la verdad de la fantasía.

Es cierto que se avecinan cambios, más que necesarios pues es evidente el fracaso que la actual estructura socioeconómica actual, pero eso no significa que llegue el fin del mundo. Si será el fin de una época, de un ciclo, pero no de la humanidad.


La imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.