Hace tiempo que no hablo de las señales que envían nuestros seres queridos que ya han fallecido.
Solemos creer que vamos a recibir las señales como si de una carta en la mano de tratara. Y de algún modo, es así. Las señales que suelen enviarnos son claras, nítidas, para quién está abierto a recibirlas.
Estar abierto no significa querer tenerlas, sino fluir, que nuestro corazón permanezca abierto al amor que nos mandan, a sentir que lo que parece a veces muy sutil e inapreciable, es en realidad una señal.
Por ejemplo, un aroma leve que hemos olido durante cinco segundos donde no tenía que oler a nada, y automáticamente pensamos en alguien fallecido. Todo puede llegar a ser una señal, una canción, un mensaje, una conversación, un anuncio... El mundo es una página en blanco para las señales y nosotros somos las antenas y los destinatarios de ellas.
Este viernes pasado se celebraba el tercer aniversario de la muerte de una amiga. Recuerdo que unos meses antes de morir, me contaba entusiasmada que una noche al ir acostarse se había encontrado una mariposa en la almohada. Voló al meterse en la cama. Al día siguiente al abrir los ojos, encontró de nuevo a la mariposa posada junto a ella. Para mi amiga, fue una señal muy clara de que algo bueno iba a ocurrir.
La madrugada del viernes, al ir acostarme, vi que había una mariposa justo encima de mi almohada. Inmediatamente pensé en mi amiga, en las mariposas y en que para ella, tenían un significado especial. Para que no queden dudas, hacía más de un año que no había mariposas en la habitación, ni en la casa. Ni tampoco ha vuelto a repetirse su aparición. Supe que era una señal que me mandaba ella, diciéndome, sigo por aquí, estoy cerca.
Eso no significa que cada vez que vea una mariposa, sepa que es una señal de mi amiga, puede que si lo sea o puede que simplemente se trate de una mariposa que está revoloteando y se ha cruzado en mi camino.
Os dejo con un comentario que escribió Atlántida, del blog Mariposas en mi vida, en una de las entradas anteriores, Respuestas breves a preguntas vuestras. Me gustó mucho. Habla precisamente de las señales y de cómo podemos verlas cuando estamos abiertos a ellas.
Atlántida: (...) Recien regreso de visitar a
la familia y pasar unos dias en la playa con mi esposo, en el puerto que
nos vio nacer. Lo que te que te deseo compartir esta muy de acuerdo a
lo que nos compartes en este post sobre las señales de nuestros
familiares fallecidos.
Como tu sabes mi hija Erika la mas pequeña de
nuestras dos hijas fallecio hace ya casi 5 años, y bueno te cuento que
en este viaje al entrar a la habitación del hotel, en el tocador estaba
un sobre en el que nos daba la bienvenida la chica encargada de esa
habitación... tenia el sobre en letras grandes el nombre de ERIKA.
No
se si te te comente que cuando me despedia triste de mi hija en la
funeraria le pedi no me dejara tan sola, que cuando me percibiera muy
triste y agobiada viniera en una mariposa o pajarito y escogió venir en
una mariposa,porque desde que ella partió las mariposas están muy
presentes en mi vida, y en este viaje no fue la excepción ya que al
regresar en el limpiaparabrisas del coche se paro una mariposa monarca y
se vino todo el viaje que duro casi 7 horas hasta llegar a la ciudad
donde radicamos.
Es mi deseo compartir esta experiencia contigo y
las personas que siguen tu interesante blog (...)
Es verdad que ellos siguen cerca, solo hay que poner atención a las señales que nos van dejando. (...)
Os invito a permanecer abiertos a ver o percibir las señales que mandan nuestros seres queridos. Observemos con el corazón, siendo pacientes y sin obsesionarnos. No importa si nos cuesta verlas o tenemos dudas. Si es así, podemos dirigirnos a ellos y pedirles que envíen una confirmación clara. Harán todo lo posible para que podamos entenderles. Y, como siempre, escuchemos a nuestro corazón, ahí es dónde reside la certeza. Si escuchamos al corazón, sabremos la verdad.
La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.