Estando hace unos días charlando con unas conocidas, surgió a lo largo de la conversación un tema importante, el significado de ser fuerte. Una de las personas, se quedó viuda siendo joven; y otra, ha superado un cáncer de mama muy complicado.
Las dos coincidían en que cuando estaban atravesando por momentos críticos de su situación, ya fuera tras la muerte de su pareja y en plena asimilación del cáncer, las personas de su entorno y la gente que se acercaba a ellas, todos con muy buena intención, les decían que tuvieran ánimo y fueran fuertes.
Comentaban que en esos momentos tan duros y difíciles, lo que menos querían escuchar eran esas dos palabras. Preferían un abrazo fuerte, sentirse acompañadas aunque fuera en silencio, inclusive hablar de tonterías; todo, menos oír: ánimo y se fuerte.
Me lanzaron un reto, una pregunta :¿Qué significa para ti, ser fuerte?.
Cada uno de nosotros interpretamos y tenemos una visión de lo que significa ser fuerte, que a veces coincide con la que tienen el resto de las personas.
Para mi, ser fuerte significa:
- ser valiente, asumir y aceptar lo que somos y estamos viviendo.
- ser camaleones y adaptarnos con una sonrisa al día día, a pesar de que no siempre las circunstancias que nos rodean sean las más fáciles de vivir y llevar.
- caerse y levantarse de nuevo ante la dureza y dificultad de las pruebas de la vida. Dando igual las veces que sean.
- llorar, sentir rabia, desahogarse, respirar hondo y mirar hacia delante con la cabeza bien alta.
- enfrentarse a la vida, sin saber hacia dónde vamos, sin tener un rumbo fijo, con esperanza, sabiendo que existe luz al final del túnel.
- confiar en uno mismo, aunque a veces cueste.
- escucharse, mirar hacia dentro, descubrir que no somos perfectos y querernos.
- sentir el vacío y el silencio, vivir con ello, haciéndolo nuestro, aún sabiendo que puede ser temporal o no.
- darse cuenta que podemos ser vulnerables, débiles o frágiles en según qué momentos de la vida y pedir ayuda.
- hacer público, si nos apetece, lo que nos ocurre y sentimos; no escondiéndonos de nadie, ni de nada.
- no ocultar, ni hacer alarde de las cicatrices que han ido dejando huella las heridas emocionales, simplemente son parte de nosotros, son nosotros.
- saber que a veces la vida es como un tobogán, divertida, vertiginosa, rápida, con momentos de espera y paciencia; y tomarla como un juego serio.
- reírse de uno mismo, de lo bueno y de lo malo. Ni somos tan buenos, ni tan malos. Somos un término medio, en el que por suerte, acertamos mucho más y fallamos mucho menos de lo que creemos.
- valorar lo que somos y tenemos.
- reconocer cuándo es el momento de descansar, de tirar la toalla, de luchar y de avanzar, aunque para ello hayamos necesitado toda una vida.
- poner límites a lo que nos hace daño, ya sean situaciones, personas, pensamientos, actitudes...
Ser fuerte, es asumir nuestra fragilidad, y a la vez, descubrir que hay un deseo, una energía interior que nos lleva de la mano, impulsándonos hacia arriba, aunque a veces no queramos que sea así. Asumiendo que la lucha interior, puede ser feroz, liberadora, y nos puede anclar a la vida, básico para seguir creciendo.
Ser fuerte, es amarse tal y como somos, trabajando lo que no nos gusta de nosotros y potenciando los dones que tenemos. En definitiva, estando dispuestos a aprender, a avanzar y evolucionar.
La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.