jueves, 27 de octubre de 2011

Días especiales, Todos los Santos

Siempre me han gustado los crisantemos, desde niña. Estos días las floristerías están llenas de estas bellas flores, y en las pastelerías hay buñuelos y huesitos de santo de mazapán. Sí, estamos en vísperas de Todos los Santos.

Son unas fechas especiales para aquellos que han perdido a seres queridos. Son días de visitar los cementerios, de cuidar y limpiar la lápida de nuestros familiares, de poner flores nuevas en la tumbas de nuestros muertos.

Los seres que han fallecido, no están en los cementerios, ni permanecen en el lugar en que se esparcieron sus cenizas. Acuden allí, cada vez que nos acercamos a visitarles. Se reúnen ese día con nosotros casi como si se tratara de una cita.

En el otro plano, en la dimensión en la que están, pueden ir y venir en un instante de un lugar a otro. Tienen su trabajo, su ocupación; ya sea el descansar, limpiar partes de su vida recién vivida, ayudar a seres queridos y familia, ocuparse de solucionar aquello que consideran inconcluso, etc. Así que no permanecen quietos en un sólo sitio. Se mueven, actúan.

Alberto falleció lejos de casa. Había ido a hacer un master al extranjero; allí sufrió un infarto y murió. Le encantaba el mar. Su familia decidió depositar sus cenizas en una zona de la costa en la que se viera el mar.

Desde hace unos dos años o algo más, cada vez que su familia viene a verme, Alberto les pide que por favor, no vayan a verle aquel lugar porque les ve sufrir, lo pasa mal al ver su tristeza, su pena. Quiere vivir su alegría, ver sus sonrisas, y poder participar de esta animación. Les propone que cada vez que se junten para comer o cenar, saquen el acordeón y disfruten. Desea que le recuerden cantando junto a ellos, feliz, siendo uno más en la mesa.

Su familia dice que necesitan ir al lugar donde dejaron sus cenizas, porque les gustan pensar que está allí, contemplando el mar y esperando su visita. Consideran que hacen algo especial, yendo a verle. Alberto, intenta explicarles una vez más, que siempre está con ellos. En su corazón, a su alrededor, durante el día a día. Mientras sonríe dulcemente, comenta que no hay manera, no lo entienden; otro año habrá que estar allí.

Hace tres meses murió Pilar, una gran amiga mía. Solíamos hablar mucho de la vida y la muerte con mucha libertad y abiertamente. Un día, en el que hablábamos sobre cómo organizar el funeral o dónde depositar sus cenizas; le comenté que cuando se fuera, me sentaría junto al árbol que le gustaba y pensaría en ella. Me miró con sus ojos azules, y con una sonrisa, - me dijo -, sabes mejor que nadie que no estaré allí, ¿para qué irás? Le devolví la sonrisa y le dije que tenía razón.

Si vamos a la playa, allí van; si vamos de excursión allí están; si vamos al cine, nos acompañan; y si vamos al cementerio, se unirán a la visita, porque siempre están a nuestro lado, junto a nosotros. Podemos celebrar su ausencia o presencia, a diario o el día que queramos, pero no necesariamente yendo al cementerio.


La foto de la imagen es mía y la saqué a una peonía de color rosa que me acompañó durante varios días, alegrándome la vista y el olfato. 

sábado, 22 de octubre de 2011

Mi visión sobre la Reencarnación

Esta entrada está dedicada a Rocío que ha tenido mucha paciencia, esperando dos meses, a que publicara un post dedicado a la reencarnación.

Es una cuestión complicada de resumir en una entrada, pero lo intentaré. Lo primero que quiero dejar claro, es que se trata de mi visión sobre el tema; no hablo de lo que opinan otras culturas.

Sí, creo en la reencarnación. Creo que somos almas viajeras; almas que deciden cuándo quieren aprender, y eligen cuál es el mejor momento para cumplir sus objetivos y para ello qué mejor que encarnar en la tierra.

Somos Amor, chispa divina; y al encarnarnos, nos convertimos también en humanos. Desde esta perspectiva humana, es posible el aprendizaje, que nos llevará a avanzar y crecer, llevándonos de nuevo al principio, al origen, al Amor.

Para aprender, es necesario vivir distintas situaciones y experiencias. Éstas pueden ser agradables o desagradables; no es lo mismo, ser un asesino múltiple, un comerciante de vinos, una bailarina, una campesina, una reina, un monje, un soldado, un científico; ni tampoco son iguales, las circunstancias que nos rodean y nos llevan a vivir cada vida.

Al encarnar venimos con una misión, y la vida se encargará de ponernos las herramientas idóneas para llevarla a cabo. Podemos venir a aprender lo que significa el amor incondicional, el dolor, la pobreza, la tristeza, la locura, la enfermedad, la generosidad, etc. Para ello, nos encontraremos con las personas, lugares, situaciones y circunstancias adecuadas que nos ayuden a poder realizar esta misión. El que lo consigamos o no, se verá después; y como en el colegio, lo que no aprendemos ahora, toca recuperarlo o repetir curso; en este caso, sería volver a la vida para vivir de nuevo las mismas situaciones hasta que consigamos superarlas.

Por ejemplo, es posible, que en una vida hayamos tenido una existencia plácida, recogida, de estudio y elijamos vivir lo contrario en la siguiente, ser los más vividores del mundo, playboys, yendo de fiesta en fiesta, rodeados de personas; en otra, podríamos vivir el término medio; en una tercera, salir sin llamar la atención, vivir discretamente y pasarlo bien con un grupo de amigos, etc.;y así, hasta completar todas las facetas que conllevara este aprendizaje.

Algunas corrientes filosóficas, especialmente las orientales, creen que vivir estos extremos o aspectos, es karma. Prefiero pensar que lo que vivimos ahora depende de nosotros, del libre albedrío que nos permite decidir si queremos vivirlo de una manera u otra. Si fuera karma, apenas habría espacio para la responsabilidad, estaríamos destinados a vivir una serie de acontecimientos, sin que quedara espacio para poder decidir.

Existen varias maneras de poder acceder a nuestras vidas pasadas. Desde regresiones, a vivir retazos espontáneos, recurrir a los archivos akhásicos, videncia, canalizaciones, visualizaciones, etc.

He tenido varias imágenes de retazos de vidas. Nunca me he visto como reina, ni faraona, ni general de un ejército. Muchas veces me he preguntado para qué me ha servido verlas; y la respuesta a la que he llegado, es que gracias a vivir todos estos procesos, algunos recordados y la mayoría no, me he convertido en quién soy ahora y puedo distinguir un dolor, un abandono, una alegria... También enfoco la vida como lo que es, una escuela, un lugar en el que aprender, y relativizo las angustias, las alegrías; porque lo que es hoy, no lo será mañana, como no lo fue ayer.

Quedan aún muchas vidas por salir a flote y seguramente no lo harán. Pienso que aparecen aquellas que por algún motivo, tienen relación con la vida actual, y nos permitan trabajar y limpiar aspectos ya superados.

El creer en la reencarnación no me exime de mi responsabilidad total con esta vida, que es la que tengo. Me dedico a ella plenamente y feliz, es mi momento de aprender, de luchar, de crecer, de vivir, de comprometerme. El hecho de saber que he vivido otras vidas, vendría a ser como un plus. Es una información extra. Está ahí, pero nada más.

El creer o sentir la certeza de haber vivido más vidas, me permite vivir la actual con otra perspectiva. Haré todo lo posible para llevar adelante la misión y aprendizaje que he venido a realizar, dando lo mejor de mi misma, porque entre nosotros, no me apetece repetir curso ;). Y quién sabe si llega la ocasión en otro momento, hablaré de mis vidas pasadas que he visto.


La foto de la imagen es de un mandala mío.

lunes, 17 de octubre de 2011

Una experiencia sobre el túnel de luz y la muerte

Ya sabemos que no existen las casualidades y ayer fue uno de esos días en que el fluir y dejarme llevar por los acontecimientos tuvo su premio.

Salí de casa, iba despistada como siempre y escuché que alguien me llamaba. Era Miren. Llevábamos la misma dirección; así que, decidimos ir juntas y cuando llegamos a nuestro destino, viendo la hora que era, decidimos tomar un pincho y comer algo.

Entramos en un bar de pinchos de los de toda la vida, y después de terminar de comer, mi amiga saludó a alguien que también acababa de tomar su aperitivo, era Carmen. Nos presentaron, estuvimos hablando un rato y decidimos ir a tomar algo a otro lado.

No recuerdo de qué estábamos hablando cuando Miren le contó que era médium y Carmen decidió contarnos su historia y quiero compartirla con vosotros.

Un día después salir de su trabajo, como hacía todos los días, fue a la playa a darse un baño. El agua no podía estar en mejores condiciones para darse un chapuzón. Comenzó a nadar cuando de repente, se vio flotando sobre el agua. Veía como su cuerpo subía y bajaba, se ahogaba. Carmen, lo veía todo desde arriba, como si estuviera volando. Vio un túnel, estaba en él; a su alrededor todo era luz, una luz brillante que no le cegaba, se sentía estupendamente bien. 

Oía voces a su alrededor que le llamaban, pero no les hacía casose sentía tan bien, tan feliz que no les escuchaba. Las voces insistían llamándole, Carmen, Carmen. Para ella eran un eco; seguía rodeada de luz y bienestar; y el resto, no le importaba. En ese momento, una voz le preguntó, Carmen qué te pasa. A lo que contestó, que se había ahogado.

Contaba que no había dolor, ni pena, ni angustia; no se planteaba nada, todo lo que estaba ocurriendo le parecía normal, no había nada fuera de lugar, ni extraño. Se había ahogado, sí. Podía sentir lo mismo al decir que el mar era azul. No había emoción negativa, era lo normal, algo evidente. Al poco rato, escuchó una voz que le decía, que todavía no había llegado su día y que debía regresar

Lo siguiente que recuerda, es despertar, y ver caras a su alrededor reanimándole y diciéndole que estaba ahogándose en mitad de la bahía. Inmediatamente le metieron en una ambulancia y le llevaron al hospital, donde se recuperó sin que le quedaran ningún tipo de secuelas.

Mi amiga le preguntó si después de aquella experiencia, tenía miedo a la muerte. Carmen, nos miró y con una gran sonrisa, dijo que no. Tampoco la estaba esperando, pero que estaba preparada para cuando llegara.

Esta es la historia de Carmen, que después de ahogarse en el mar, pasó al otro lado y desde allí le enviaron de nuevo a este plano, por no ser aún su hora.


La foto de la imagen es de un dibujo mío.

martes, 11 de octubre de 2011

Lo aprendido tras una muerte especial y cercana

Mi amiga Pilar falleció hace casi tres meses. Era además de mi maestra de Reiki, una gran amiga. Algunos de vosotros ya sabéis de quién hablo, pues escribí en mi otro blog, Mandalas Espacio Abierto, un par de entradas sobre ella y la muerte.

Antes de que ella enfermara solíamos hablar de la vida, la muerte, de cómo queríamos vivirlas y cómo enfrentarnos a ellas de la manera más positiva posible. La verdad, hablábamos de todo y aprendí mucho a su lado, tanto estando en vida y como en su muerte.

Prometí escribir una entrada en la que iba a contar lo que había supuesto para mi su muerte. Y aquí estoy. En tres meses no ha cambiado mi manera de pensar, ni de sentir sobre lo que ha representado su muerte; pero es cierto que tiempo transcurrido, da cierta perspectiva.

Cuando murió Pilar, sentí que no había hecho todo lo que podía por ella. Mi cabeza me decía que siempre se puede hacer más, una nueva visita, una sonrisa más, un momento más largo junto a ella... Pero se que hice todo lo que estaba en mis manos. Tuve la oportunidad de despedirme de ella varias veces, cerrando todos los círculos, enseñándome el camino del desapego.

Estando ya ingresada, estaba muy malita, tuvimos la ocasión de hablar varias veces sobre su estado. Me miraba y me preguntaba: qué opinas, cómo estoy, qué crees que va a pasar. Resultaba duro, pero le contaba la verdad y al final, le sonreía y le decía, ya sabes, la esperanza es lo último que se pierde.

Esta muerte, me ha enseñado a que no hay que tener miedo de hablar de lo que está sucediendo, de lo que le está pasando al enfermo, que sigue vivo, tiene sentimientos a pesar de estar agonizando. Y si están en condiciones, ellos eligen cómo quieren vivir esos momentos que les queda. Ellos y no nosotros, son los protagonistas de su vida y de su muerte

Es duro decir a un amigo, a un ser querido, que no le queda mucho tiempo, que se está terminando su vida, pero a la vez estás respondiendo a sus preguntas, quiere saber la verdad y no tenemos derecho a mentirles. Estas respuestas pueden darles tiempo a poner en orden su vida e iniciar así el tránsito o paso la muerte.

Pilar siempre estuvo rodeada de buena gente, su familia vivía fuera y no podían venir todo lo que querían y las amistades estuvimos junto a ella más tiempo. De entre todas las amistades, que se siempre le atendieron con mucho cariño y afecto, recuerdo a una en especial, que pese a los malos días que tuvo Pilar al final, ella nunca perdía la sonrisa, le miraba con ternura y con dulzura. Gracias a ellas dos, aprendí a que el amor cuando es sincero, no pide explicaciones y es entrega, no pide nada a cambio. Gracias Inma por enseñarme tanto y al resto por estar ahí y ser como son, estupendas.

Aprendí a que el respeto a los demás y a una misma, es sagrado, y que la tolerancia y el amor van unidos de la mano

Aprendí a que cuando la muerte es cercana, o la situación es grave, sale a relucir nuestra personalidad, con todo lo bueno y lo malo. A veces resulta incómodo decirle no a quién se está muriendo, pero se nos olvida que sigue vivo, que siente, que sufre, que ama, que piensa, que tiene miedo, etc.

Aprendí que no quiero sufrir sin necesidad, ni sentir dolor. Ni quiero ser una carga para nadie.

Aprendí que se echa mucho de menos cuando quieres y no puedes hablar con la persona que se marchado, coges el teléfono y ves su número, al que por mucho que marques no va a coger nadie. Duele la ausencia, la marcha y se nota su vacío.

Aprendí a seguir conviviendo con Pilar. Mientras camino por la calle o en cualquier momento del día, le hablo a Pilar como si estuviera a mi lado, le digo mira esas flores tan bonitas, están preciosas o estoy pasando por tu parque favorito; o le comento lo que he hecho y cómo me siento, etc. Estaba y está presente a mi vida. Le hago partícipe de mis cosas, tal y como hacía cuando estaba viva.

Quizá en mi caso, porque fui amiga, y acompañante durante su proceso de muerte, pude vivir el duelo estando ella viva y me permitió adaptarme mejor a la situación. Lo viví de dos maneras distintas que al final convergen en una, entender que la vida y la muerte sólo son una etapa más dentro de una vida eterna. Cuando murió, sentí un cúmulo de sensaciones pero sabía que ella estaba en un lugar mejor, que había hecho un tránsito o muerte buena y estaba en la luz. Reconozco que eso ayuda mucho.

Con esta muerte he aprendido que la vida es maravillosa. Durante los años que estamos aquí, tenemos la posibilidad de aprender, de crecer y avanzar como seres que somos, y está en nuestras manos, el saber despedirnos de ella, con dignidad, con amor y agradecimiento.

En resumen, la muerte de Pilar ha sido un aprendizaje intensivo y sobre todo, una manera de conocerme mejor a mi misma, me ha ayudado a ordenar mis prioridades, y de reafirmarme en algunos de mis pensamientos y sentimientos. Es decir, cómo quiero vivir y morir. Entiendo que no puedo elegir el modo concreto de morir, pero puedo prepararme para cuando llegue ese momento

Mañana es el santo de Pilar y qué mejor momento para escribir esta entrada.


La imagen de la foto es de un mandala personalizado que hice para Pilar y se lo regalé por un cumpleaños..

sábado, 8 de octubre de 2011

Hablando de la Fe

Desde aquí me uno a la iniciativa llevada a cabo por Senovilla del blog Pensamientos JFS. Este año la propuesta ha sido hablar de la Fe, cada uno aportanto su punto de vista.

Solemos asociar la palabra fe con la religión, pero para mi este concepto va más allá, está relacionado además de con lo divino, con lo humano.

Fe y creencia van de la mano. ¿Creencia en Dios o en la nada absoluta? Ni una cosa, ni la otra. Una persona puede ser agnóstica o atea y tener fe, no en Dios; sino en sus propias creencias, como pueden ser la ciencia, la nada, el Universo, el amor, etc. haciendo de ellas su bastón, su apoyo.

La fe abarcaría ese mundo que a veces da vértigo, en el que caminas en plena oscuridad y sabes, tienes la certeza, en que encontrarás la luz al final del túnel, aunque por mucho que mires, en ese momento sólo hay oscuridad. Se necesitan tener confianza y voluntad que unidas a la fe, consiguen que reunamos la fuerza para continuar adelante aún en momentos de desesperación. Para unos esa fuerza reside en Dios; para otros, en ellos mismos; otros grupos, la depositan en la vida y seguiremos encontrando personas que han decidido a poner su fe en otros aspectos. Para mi, la fe está en Dios y en mi misma.

Hace unos días hablaba con una conocida sobre la bajada a los infiernos, esas fases por las que todos pasamos alguna o varias veces en la vida. Soy de las afortunadas que lo han vivido varias veces. El aprendizaje sobre mi misma, mis límites y superaciones ha sido intenso. Mi conocida comentaba que en estas ocasiones de dificultades, Dios permanece atento pero sin actuar y así podemos sentir el vacío y el dolor de su ausencia, y todo ello supone una prueba de de en Dios.

Debo decir que no estoy de acuerdo con ella. En esos momentos en que todo parece flaquear, nunca me he planteado si Dios desaparece o no de mi lado. Más bien al contrario, he dado las gracias porque se que siempre ha estado ahí. Cuando parecía que no tenía fuerzas, éstas aparecían y nunca me he sentido abandonada por Dios, ni por el Amor Incondicional de todos los seres que nos rodean.

No me he planteado si Dios existe o no. Me da igual llamarle Dios, Universo, Amor, el nombre es lo de menos para mi. Lo importante es tener la certeza que ante la adversidad más dura y complicada, no estoy sola. Y antes o después se resolverá la situación de la mejor manera para mi. No es cuestión de creer en los milagros, sino de saber que encontraré la llave que abra las puertas a mis dificultades y esa fe en mi misma y en algo superior es la que me lleva a salir adelante.

Tengo seguridad y confianza absolutas en que encontraré las señales que marquen mi camino, aunque a veces me despiste y no las vea. Esa certeza que no es mental, que nace del corazón, es fe, que está en mi, en la vida, en los seres que cuidan de nosotros ya sean familia, amigos o guías, y en el Amor Incondicional que está en cada uno de nosotros y nos conecta con lo divino.

Esta ha sido y es mi experiencia con la fe, y si cambia en algún momento, ya lo comenteré.


La foto de la de la imagen es de un cuadro mío

domingo, 2 de octubre de 2011

Mediumnidad, el amor permanece cerca a pesar de la muerte

Esta semana conocí a una persona en consulta que me llamó la atención por varios motivos. Parecía una mujer decidida, fuerte y animada. No voy a dar su nombre real, pero le llamaré Nerine.

Quería una canalización, contactar con algún ser que le diera algún mensaje. En principio, venía abierta a lo que sucediera. No tenía un interés especial en conectar con alguien específico.

Comenzó la consulta, fueron apareciendo diferentes seres que le fueron dando información y mensajes. Ella iba asintiendo y de vez en cuando les realizaba preguntas y ellos contestaban.

Llevábamos un rato y apareció un hombre, su marido, con un mensaje muy claro, darle las gracias por el amor con que había cuidado de él durante su enfermedad; y como si de un mantra se tratara, repetía todo el rato, quiero que seas feliz y adelante. El hombre insistía y yo le repetía sus palabras a Nerine.

En ese momento, ella rompió a llorar, no podía parar. Me comentó que era viuda desde hacía más de diez años, y que había rehecho su vida amorosa. Tenía pareja desde hacía cinco años, pero no estaba muy contenta y estaba dudando si continuar o no, con la relación.

Me contó que se sentía mal, estaba incómoda al tener una pareja, pues sentía que le traicionaba a su marido ya fallecido. Nerine comentaba que no podía evitar pensar de vez en cuando, que le estaba siendo infiel: por una parte, se que estoy haciendo lo correcto, soy totalmente libre; pero por otra, no puedo evitar pensar que mi marido sufre al verme con otra persona.

Mientras Nerine hablaba, su marido volvía a repetir que quería que fuera feliz, que no importaba si tenía pareja o no, él quería verle sonreír y echaba de menos su risa. Transmití sus palabras y ella asentía con la cabeza. Comentó que antes se reía mucho pero desde hace algún tiempo había perdido las ganas de reír.

Poco a poco fue tranquilizándose. Entendió que su marido le apoyaba, se sentía bien y que quería su felicidad y no iba a cambiar sus sentimientos hacia ella. Es más, él le pidió que se abriera a conocer a otras personas, a seguir amando como le había amado a él.

Al terminar la consulta, Nerine me confesó que en el fondo, había venido a hablar con su marido muerto, pero que no se atrevía a preguntarle nada por miedo a que él estuviera enfadado. Me decía, siempre cuidó de mi, me animaba a continuar adelante, y veo que ahora sigue haciendo lo mismo. Estoy mejor y se que ahora ya puedo tomar las decisiones que desee sin temor a herirle.

Me alegré por ella, porque le vi fuerte, segura y tranquila del amor que seguía sintiendo su marido por ella.


La imagen de la foto es de un mandala mio que no tiene nombre..