martes, 23 de octubre de 2012

Una vida pasada de Elene

Seguimos hablando de la reencarnación. Esta vez, con la historia de Elene.

Conozco a Elene desde hace mucho años, no somos amigas íntimas pero si conocidas, y tras leer algunas de las entradas del blog, decidió contactar conmigo y proponerme una idea.

Elene, es la tercera de tres hermanos, una chica y un chico. Nunca se ha terminado de sentir a gusto en casa, con su familia, había sufrido menosprecios y malos tratos psicológicos. Aunque no sabía explicar bien el motivo, "sabía desde dentro" que ése no era su lugar, no se sentía identificada con ellos.

Durante algunos años, pensó que podría tratarse de celos, envidia hacia sus hermanos; y otras veces, pensaba que era todo fruto de su imaginación. Con el paso del tiempo, asumió como propio lo que escuchaba en casa, que era muy rebelde, una mala persona, siempre dando disgustos. Comentaba que era mejor seguirles la corriente y así pasar desapercibida, la convivencia era más fácil. 

Un día, siendo ya adulta, quiso saber la verdad, decidió investigar y asumir la realidad, si era un tema de celos o había algo más profundo. Quiso ponerse en mis manos para averiguarlo, quería llegar a la verdad a través de una regresión.

Al cabo de dos sesiones, descubrimos que en una vida pasada, Elene había estado prisionera en una celda, aislada y maltratada por sus carceleros. Pudo verles las caras; su cuerpo se estremeció y pareció encogerse. Comenzó a llorar. Decía que entendía muchas cosas, que la historia se estaba repitiendo de nuevo. Le pregunté a qué se refería y si reconocía a algunas de las personas a las que estaba viendo. Sí, contestó. Estoy viendo a mis padres. Ellos eran mis carceleros, aunque hay más personas pero no se quiénes son.

Quería saber cómo estaba Elene, cómo se sentía ante este descubrimiento. Me miró tranquila, y me dijo que por fin sabía la verdad, que no se lo inventaba, ni eran celos y también sabía porqué no se sentía a gusto en casa. Había averiguado lo que deseaba y aunque no era lo que esperaba, sentía paz y a la vez liberación. 

Días más tarde volvimos a estar juntas y me contó que la relación con su familia había mejorado. Entendía que la vida le había dado otra oportunidad, la de saber perdonar y que ya había empezado a hacerlo después de recibir la información. No veía a su familia como los enemigos, sino como las personas que le estaban ayudando a crecer, a ser ella misma y que por ello les quería aún más. No le importaba que en otra vida, hubieran sido sus carceleros, pues en ésta, eran su familia y le estaban dando su amor y que entendía que quizá para ellos, era más difícil que para ella. 

Había decidido no contar nada de lo que había averiguado a su familia, no merecía la pena, y sería además injusto pues seguramente se sentirían culpables de algo ya vivido, olvidado y que no tenía vuelta atrás. Había que mirar hacia adelante y ver en ello el regalo del perdón hacia ella misma y hacia los demás. Me dijo que ahora veía a su familia como eran de verdad, luchando por salir adelante, por dar amor en vez de castigo. Y para Elene, eso era un regalo muy bonito.

Me ha pedido que lo contara, porque cree que su historia puede ayudar a otras personas. Elene nos anima a no tener miedo a ver la verdad, por muy dura que sea y parezca; ya que el amor puede sanar y curar, abrir puertas que antes estaban cerradas, acercando a las personas. Desde cierto entendimiento, se tienden puentes que llevan a intentar comprender a las personas que están o forman parte de nuestro círculo más cercano. Y ella, en vez de alejarse más de sus padres, les ha entendido, perdonado y sintiéndose más unida a ellos. 

Seguramente, en otra ocasión volvamos a repetir la experiencia y descubramos que además de ésta vida dura, Elene y su familia como almas, están unidos por lazos de amor fuertes y podrá revivir vidas más fáciles y tranquilas.


La imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

domingo, 14 de octubre de 2012

Apuntes sobre la Reencarnación

Esta entrada está dedicada a María y a personas como ella que quieren saber más sobre la reencarnación. 

María está preocupada por una información que ha recibido de alguien sobre la reencarnación. Tiene un hijo pequeño y quiere saber qué tipo de relación les une o hay entre ellos. Tengo que comenzar diciendo que no se qué tipo de información ha recibido María pero se que está agobiada.

Intentaré ser lo más clara, concreta y concisa posible. Todos somos almas, y por lo tanto eternas, que dedican cuando así lo consideran, aprender ciertos aspectos para seguir su propia evolución. Cuando esas almas deciden estar en la tierra, se encarnan, además de alma, son un cuerpo. 

Las almas, si así lo desean pueden quedarse en el nivel, dimensión o plano en el que están, sin necesidad de encarnar. Puede pasar mucho tiempo o muy poco, antes de volver. Cada alma es la que marca su camino, su ritmo. 

Como almas que somos, y hemos pasado por muchas vidas, hemos vivido situaciones diversas, desde dolorosas, tranquilas, pacíficas, angustiosas, etc. O dicho de otro modo, hemos pasado por ser esclavos, ladrones, reyes, monjes, asesinos, santos, campesinos, mineros, amas de casa, soldados, etc.

Las actuaciones de cada vida, marcan un aprendizaje. En este caso, como alma, no se trata tanto de un aprendizaje moral o ético como el que conocemos nosotros, sino de orden espiritual. Cada vez que aprendemos, hay un avance; y la manera de aprender puede ser desde lo más duro y doloroso a lo más simple y sencillo. Algunas culturas hablan del karma y del darma, del deshacer para ganar. Cuando tenemos la oportunidad de aprender una situación; por ejemplo, el ponernos en el lugar del otro y no lo hacemos, "repetimos curso". Es decir, cuando decidamos volver, lo haremos aprendiendo aquello que quedó pendiente.

Indudablemente, no vivimos sólos, tenemos familia, amistades, somos sociales. Y como almas, solemos viajar, o encarnar entre almas con las que hemos tenido contacto anteriormente. Por ejemplo, mi madre ha podido ser en otra vida, mi pareja, mi enemigo, mi maestro, un vecino, una amiga, etc. Pero no por ello, deja de ser mi madre; y le veo y siento como lo que es. En general, tenemos relación aunque no la recordemos con casi todos los seres con los que nos relacionamos.

Todo ello, desde el punto de vista concreto, de la vida diaria, no tiene demasiada importancia, no es más que una información, que nos sirve para poder entender o solucionar algunas actitudes que tenemos en nuestras relaciones. Quién quiera investigar y saber más sobre ello, tendrá la oportunidad de poder limpiar, aclarar, comprobar o desbloquear situaciones, buceando en las relaciones que desee.

La vida actual, la que estamos viviendo, es la más importante y es en la que debemos centrarnos. En esta vida tenemos todo, las relaciones con la familia, amistades, trabajo, etc y con ello la oportunidad de poder resolver de manera consciente o no, asuntos que han podido quedar pendientes.

El agobiarnos o angustiarnos por la reencarnación, por saber qué tipo de relación hay entre mis padres, hermanos, conocidos, etc y yo, no es importante a no ser quiera  investigarlo para resolver alguna cuestión pendiente.

Nuestra familia actual, los seres con los que nos relaciomos son reales, concretos, y aunque en otras vidas, haya habido otro tipo de relación entre nosotros, la actual es la importante. Por poner un ejemplo que acabo de inventarme, de qué me sirve saber que mi padre y yo éramos enemigos en otra vida, si en ésta, nos queremos, colaboramos juntos y hay un respeto enorme. Lo que importa es lo que tenemos hoy y ahora. El resto es un plus, un añadido, una posibilidad u oportunidad de poder arreglar algo que no funciona.

En el caso de que nuestra vida sea sencilla, queramos y seamos amados, ya estamos trabajando en el amor, en avanzar y progresar como almas. Si sentimos que existe una unión, o un bloqueo que va más allá de la convivencia cotidiana y nos apetece investigarlo para que desaparezca, podemos hacerlo a través de las regresiones, constelaciones familiares, u otro tipo de técnicas.

Cada vida que vivimos es única y especial. Intentemos saborearla, disfrutarla; es un regalo, un momento para aprender, avanzar y evolucionar. La vida ya se presenta de por si bastante dura y compleja para agobiarnos por algo que ya no está en nuestras manos. Vamos a centrarnos en el aquí, en el ahora, en el instante y todo aquello que hagamos desde el amor, curará y sanará todo lo que estaba mal curado o bloqueado. El trabajar hoy, significa que limpiamos el ayer o el mañana.

María, no se si he sabido responder a tus preguntas. Si no es así, seguiré intentándolo.


La imagen es de un mandala mio.

 

martes, 2 de octubre de 2012

Señales de nuestros seres queridos fallecidos

Unas de las preguntas que más me suelen hacer son, ¿por qué no veo las señales de mis seres queridos? ¿por qué los demás si pueden y yo no? ¿por qué al principio soñaba con él o ella y ahora ya no?

Son varios los factores que intervienen a la hora de poder ver, sentir y percibir las señales de los seres o familiares que ya han fallecido. Entre ellos están el equilibrio mente corazón, la disposición y capacidad a percibir, el momento adecuado, el modo de ver, las tensiones, el miedo, el estrés, las ganas, la obsesión, las emociones y sentimientos, etc.

Una de las maneras de comunicarse nuestros seres queridos con nosotros, es a través de señales o mensajes que envían. Y pueden emitirlos de muchas maneras distintas. Y no tienen que ser siempre de la misma forma.

La mayoría de los mensajes que recibimos suelen producirse al principio, tras su marcha. Muchas veces es para comunicarnos que se han ido o que están bien. Durante un tiempo, dejamos de sentir su presencia, es normal.

Al morir, todavía estamos conectados con la tierra, con lo concreto, con la materia, somos más densos y, aunque hemos abandonado nuestro cuerpo, seguimos teniendo cierta corporeidad. Resulta más sencilla la comunicación, y normalmente suelen elegir el mundo de los sueños, en este caso, el plano astral, como lugar de encuentro entre ellos y nosotros.

Tras su marcha, siguen su camino evolutivo y vibracional. No es posible tener el mismo contacto con ellos por mucho que lo deseemos. Por poner un ejemplo, si nos vamos de viaje a otro lugar, ya sea a trabajar o por placer, estaremos ocupados en nuestras cosas. Eso no significa que no nos acordemos de las personas a las que queremos, pero estamos a lo nuestro. Pues es parecido a lo que sucede tras la muerte, eso si, salvando las distancias.

Nuestros ojos, nuestro corazón, sigue necesitando el contacto, su presencia pero ellos, tienen otras ocupaciones, otro camino, el suyo; del mismo modo que cuando nos toque morir, seguiremos el nuestro. Por ello, son siempre nuestros seres queridos los que se ponen en contacto con nosotros, y no nosotros con ellos.

Ellos siguen avanzando y debemos ayudarles a seguir su proceso como almas que son. El demandar su atención no es bueno para ninguno. Solemos confundir la pena, el dolor, el vacío con el apego. Cuántas veces he escuchado, es que Fulanito siempre estaba pendiente de mi, y ahora que se ha muerto, ni tan siquiera he soñado con él o le he visto. No es lógico, estábamos tan unidos, me siento abandonada.

Sí es lógico y normal. Ellos están en otra dimensión, ocupándose de proseguir su vida, su evolución. Su sentimientos, sus metas, son distintas a las nuestras. Eso no significa que no nos ayuden, al revés, si pueden, nos mostrarán su cercanía, su apoyo y energía. Velarán y nos guiarán aportando luz a nuestros pensamientos y sentimientos.

Debemos dejarles partir, pues la muerte sólo es otra etapa, eso si, deja un vacío fuerte pero debemos afrontarlo con naturalidad y amor. No digo que no se sufra, que no haya un duelo, que no se necesite tiempo. Al revés, al pasar por estas etapas estamos asumiendo su marcha.

Cuánto mejor nos vean, nos sientan, nos perciban, más podrán ayudarnos, porque no existirá una dependencia nuestra hacia ellos.

Para entender y ver sus señales, debemos tener una mente abierta, ser espectadores de nuestra vida cotidiana, no esperar nada y ser como niños, estar abiertos a la sorpresa, y ello sólo lo podemos hacer si nuestro dolor, nuestra angustia no nos domina. Porque si es así, estaremos cerrados a sentir aquello que es alegría. Y nuestros seres son alegría y amor.

Seamos como niños, vamos a dejarnos llevar, observemos en la medida que podamos lo que ocurre a nuestro alrededor. Tal vez la señal que hacen, está delante nuestro y no podemos verla. A veces, cuando no esperamos nada, tenemos todo.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

viernes, 21 de septiembre de 2012

Las almas, su proceso en las muertes trágicas y accidentales

En la entrada anterior, Atlántida del blog, Mariposas en mi vida, dejó en su comentario, unas preguntas muy interesantes sobre los seres que mueren a manos de otras, víctimas de la violencia, del asesinato o en circunstancias trágicas. 

Atlántida quería saber qué pasaba con ellas, si iban a la luz o quedaban vagando por la tierra.

El que la muerte sea inesperada, trágica, violenta o accidental, no significa que como almas, quedemos vagando sin rumbo durante toda la eternidad. 

Cuando se produce este tipo de muerte, no da tiempo a reflexionar, ni a prepararnos para ella. Llega y listo. Todo sucede muy rápido, tanto para los que se van como para los que se quedan. Siempre es más "fácil" adaptarse a un hecho que sabemos que va a ocurrir que a uno inesperado.

Una muerte violenta o accidental, siempre impacta, llega muy profundamente, produce un caos mayor, un dolor más profundo. Nos preguntamos el porqué de estas situaciones trágicas, y casi nunca entendemos, ni damos con razones que las hagan comprensibles.

La pérdida de un ser querido que muere de manera trágica es más difícil de asumir, de aceptar. El duelo tiende a ser más doloroso y largo que cuando es una muerte natural o por enfermedad.

A nivel almas, a nivel evolutivo, las muertes con violencia, no se diferencían de una natural. El proceso es el mismo. El tránsito se inicia en el momento de morir; aparecen nos reencontramos con parte de nuestros seres queridos y guías, que velarán por nosotros durante nuestra marcha. No estaremos sólos, nos acompañarán, y tratarán de que entendamos lo que ha sucedido, guiando nuestros pasos a la luz.

Una vez más, el proceso de seguir a la luz, o de quedarse un tiempo más apegados a la tierra, dependerá de cada ser, de cada uno de nosotros. Algunos de ellos, pueden sentirse desorientados al principio, pero enseguida entenderán lo que ha ocurrido. Otros, seguirán a la luz, pues es su camino. Otro grupo, puede decidir que aún no es el momento de partir a la luz y prefieren esperar a hacerlo en otro momento.

¿Qué decisiones o factores intervienen en qué decidan quedarse o avanzar? Sus sentimientos y apegos. Los que decidan quedarse lo harán por apego ya sea a la familia, al trabajo, porque desean que se aclare o atrape a los culpables, se haga justicia, porque no se sienten preparados para avanzar, tienen miedo o quieren esperar a que se resuelva alguna situación determinada. Es exactamente igual que en una muerte natural.

Estas muertes trágicas, tienen un componente diferente al de una muerte natural,  y es, la de tomar conciencia de lo ocurrido. Es decir, si se trata de una muerte laboral, tomar conciencia de que deben extremarse las condiciones laborales, o descubrir el origen del porqué; si es por accidente, el tomar conciencia de cómo están las carreteras, de cuáles son las condiciones en que conducimos, alcohol, drogas, despistes, errores humanos, etc.

La huella que deja una muerte trágica, normalmente va asociada a una toma de conciencia ya sea a nivel individual o colectiva. Un asesinato individual o en masa, una guerra, un accidente de avión, de tren, por inundaciones o terremotos, marca un antes y un después. No nos dejan indiferentes y conllevan una toma de postura y un cambio a la hora de mirar, pensar, sentir, disfrutar y vivir la vida.

Cuanto más y mejor disfrutemos de la vida, más preparados estaremos para afrotar la muerte, aunque ésta sea inesperada y trágica. Os animo a saborear la vida todo lo que podamos.


La imagen es de un mandala mío.

viernes, 14 de septiembre de 2012

Compañeros en el Adiós, de David Kessler

Hace algún tiempo que no hablo de libros, y en esta entrada quiero hacerlo de uno de ellos, que considero de lectura básica para saber más sobre la muerte y cómo podemos ayudar a los seres que están viviendo su presencia desde una actitud positiva y real de ella.

Se trata de Compañeros en el adiós de David Kessler. Kessler ha colaborado junto a Elisabeth Kübler-Ross, una de las mayores expertas en el tema de la muerte desde su trabajo como psiquiatra y acompañante de personas ayudándoles en su tránsito a la muerte.

Leí este libro hace algún tiempo, y decidí que tenía que estar cerca de mí. Aborda casi todos los temas relacionados con la muerte, y en él aparecen muchos testimonios de personas que cuentan cómo desean morir, qué necesidades tienen, cómo quieren vivir su fallecimiento. El abanico es enorme, se incluyen testimonios de personas moribundas de todas las edades, situaciones culturales y económicas, enfermedades, etc. que están en una situación grave o terminal. 

Kessler tiene acceso a los enfermos desde el ámbito sanitario, pues fundó una empresa de atención sanitaria a domicilio. Este trabajo le ha permitido, estar con personas que están viviendo sus últimos momentos de vida o situaciones graves en las que la muerte forma parte de su día a día y junto a ellas, aprender de sus necesidades, derechos, cuidados, miedos, dudas, alegrías, experiencias...

Si nos fijamos en el subtítulo del libro, Una guía para el último capítulo de la vida, ya está marcando una pauta en cuanto al contenido con el que vamos a encontrarnos. En él se habla de la muerte con entereza, con naturalidad. Está enfocado al cuidado, necesidades, derechos, cuidados y atención de los seres moribundos, ya no sólo físicas, sino también emocionales y espirituales.

En este libro se aborda el tema de la muerte tal y como es, buscando que sea lo más sosegada posible y eso se realiza escuchando a los que están próximos a vivirla. Hablando con la familia, sabiendo que la importancia del momento es para el moribundo; siendo la familia quién debe adaptarse al ser querido, a pesar de ser una situación complicada y difícil. Pues requiere anteponer las necesidades de ellos a las nuestras.

El libro se divide en once capítulos, en los que se plantean temas tan importantes como el expresar las emociones, conversar, compartir; habla del dolor y de las emociones que causa la situación que se está viviendo; de cómo es importante participar en las decisiones que toma el ser querido ante la proximidad de la muerte; de la importancia de no morir sólos; de la espiritualidad, etc. Y todo ello, a través de los testimonios de moribundos y su entorno.

Me parece un libro de consulta y guía interesante que aporta una información clara sobre qué actitud debemos adoptar ante la presencia de la muerte, ya sea como familia, entorno o protagonista de ella. Es muy del estilo de los libros de  Elisabeth Kübler-Ross, de la que hablaré en otro momento más adelante.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor. Es la portada del libro.

martes, 4 de septiembre de 2012

La muerte, el duelo y seguir avanzando

La muerte es una compañera leal que permanece a la sombra, hasta que un día, decide saludarnos. No sabemos qué día será el señalado, salvo que nos marcharemos en el momento indicado, ni antes, ni después, dando igual la forma en que lo hagamos, puede ser de muerte natural, accidente, enfermedad, suicidio, homicidio....

Nadie nos marchamos antes de tiempo. Muchas veces, pensamos que la muerte es injusta ya que los que se van, son niños pequeños, jóvenes; o la manera de fallecer es accidental o fortuita. Alguna que otra vez, hemos escuchado las siguientes palabras, estaba en el sitio equivocado en el momento equivocado. No sabemos qué hacía allí. O al revés, iba a montar en el avión y llegó tarde, al perderlo se salvó. 

Hay muertes que parecen anunciadas, que permiten hacernos a la idea de su proximidad. Por una parte, podemos comenzar a prepararnos para la marcha de nuestros seres queridos y así, vivir el duelo de una manera más suave. Tenemos la oportunidad de ir asumiendo su partida, de poder hablar, de resolver aspectos o situaciones que estaban rotas, o simplemente, expresar lo mucho que les queremos. Estas muertes son más fáciles de vivir, aún siendo dolorosas.

Las muertes rápidas, inesperadas, nos dejan en shock, bloqueados, todo acaba de repente y no habido tiempo de despedirse, de decir te quiero. Normalmente, el duelo de estas muertes es más traumático. Las preguntas se agolpan en la cabeza, conllevando más angustia. Tenemos la sensación de que no se ha cerrado el círculo, todo está inconcluso. No hemos dicho te quiero, recordamos que estábamos enfadados, o que podíamos haberle sonreído y no lo hicimos. Los y si... hubiera hecho y si... hubiera dicho, nos golpean, convirtiéndose en una noria que no deja de dar vueltas.

En estos casos, es fácil caer en la depresión, la angustia, la ira, etc. Debemos perdonarnos, y recordar que nuestros seres queridos nos aman a pesar de sentirnos culpables. Nos quieren y desean que sigamos nuestra vida, que continuemos hacia adelante y que vivamos lo más felices que podamos.

Eso no significa que no nos acordemos de ellos, todo lo contrario. Ninguno de nuestros seres queridos quiere que suframos y menos por ellos, quieren que disfrutemos cada instante de nuestra vida. Al anclarnos en el recuerdo y no querer vivir, no les estamos haciendo ningún favor a ellos, todo lo contrario, hacemos que estén pendientes de nuestro sufrimiento, les atamos y ellos deben seguir su camino hacia la luz y el amor.

Al final, sin querer, podemos caer en el victimismo, en una especie de egoísmo, y hacer de él nuestra manera de vivir; pero, insisto, nuestros seres queridos no desean que lo hagamos, quieren vernos reír, disfrutar de la vida, de las alegrías, de los amigos, y familia. Sentirnos culpables por estar vivos y ellos muertos, no les ayuda, ni tampoco a nosotros. No digo que sea fácil superar una muerte, pero debemos seguir viviendo pues al hacerlo, les estamos honrando a ellos.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

martes, 21 de agosto de 2012

Espiral, camino de evolución, vida y muerte

Solemos asociar la vida y la muerte con el comienzo y el final. Pero no es así. El alma, nuestra esencia, es eterna. Cuando decide que es el momento adecuado para avanzar, crecer, aprender y evolucionar determinados aspectos, emprende un viaje que le llevará a vivir sus retos.

Este viaje, se llama vida. Nacemos, comenzamos a vivir, a experimentar, a sentir emociones, percibimos el dolor  y la alegría, el desasosiego y la tranquilidad, y entre ambos extremos, quedan aún múltiples gamas de emociones por desarrollar e integrar.

No solemos plantearnos el momento del nacimiento, si hemos sufrido, si lo hemos hecho alegres; simplemente lo olvidamos. Damos por supuesto, que es un proceso natural; y salvo que haya habido alguna complicación o percance durante el parto, el nacimiento pasa a ser un motivo de alegría, un recuerdo bonito que celebramos cada año, y le llamamos cumpleaños.

Antes de nacer, éramos alma y para estar en la tierra, necesitamos un vehículo para caminar, una carcasa que se convierta en nuestra casa, que es nuestro cuerpo. Generalmente, no recordamos nuestro paso de ser alma a integrarnos en un cuerpo. Pasa desapercibido, ni nos lo planteamos y eso que hemos dado un gran salto; hemos vivido un gran proceso que también es un comienzo y un final.

La muerte es como el nacimiento. De nuevo, nos preparamos para vivir otro cambio, una transformación que nos lleve de regreso a casa como almas que somos. Esta fase se llama muerte, en la que dejamos atrás la envoltura física, para volver a ser esencia, alma o espíritu, para volver a reencontrarnos con otros seres amados. 

La muerte supone de nuevo un mismo proceso, dejamos atrás algo viejo e iniciamos un comienzo. Nos preparamos para regresar con las lecciones aprendidas, con las que decidimos trabajar cuando llegamos a la vida. Una vez fallecidos, vivimos otra fase, la de recapacitar y poner en orden lo que ha sido nuestra vivencia, nuestra vida y comprobar si realmente hemos realizado nuestros propósitos iniciales, aquellos que decidimos aprender o desarrollar al nacer. 

Transcurrido un tiempo, cada ser el que necesite, no hay límite de tiempo, ni presión, decidimos regresar para vivir y aprender nuevas situaciones. Para ello, volveremos a nacer, volveremos a reencarnarnos dando comienzo de nuevo a otro proceso de comienzo y final.

Si pudiéramos dibujar este proceso, veríamos una preciosa espiral, formando círculos que van en ascenso. Podremos volver a vivir situaciones similares pero no iguales, que nos llevará a ascender, a pararnos o descender, según lo que necesitemos aprender. Al final, aunque no hayamos tomado las mejores decisiones, alcanzaremos el siguiente nivel de ascenso en nuestro camino evolutivo, que es lo que significa avanzar, crecer y evolucionar vibracionalmente.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.