domingo, 22 de julio de 2012

La muerte, desde nuestra perspectiva, la de los vivos

Después de leer los comentarios de la entrada anterior, algunos de ellos preciosos y muy emotivos, he decido hablar un poco sobre nosotros, los que quedamos aquí, mientras nuestros seres queridos se marchan.

La muerte nunca llega en buen momento a no ser en casos muy especiales, en el que nuestros seres queridos sufren mucho y sentimos que una vez que partan podrán descansar en paz y deseamos que  disfruten de ella, ya que dejarán de sufrir.

El resto de las muertes, ya sean repentinas, inesperadas, trágicas, incomprensibles o esperadas, dejan una huella muy profunda, que se convierte en una larga cicatriz en el corazón y a veces en el alma. La ausencia del ser amado, es dolor, angustia, necesidad de saber, comprender qué ocurrió y su porqué. Y aunque con suerte, tengamos las respuestas, el dolor no cesará, seguirá acompañándonos hasta que logremos convivir con él.

Las muertes de niños, jóvenes e inesperadas suelen ser todavía más dramáticas puesto que nos resultan difíciles de aceptar y por supuesto, de comprender. El dolor suele ser más intenso y hay quienes se consideran responsables y culpables por no haber podido evitar su muerte. Lamentablemente nadie se va antes de su hora, aunque la muerte sea accidental. Vivir la culpa puede ser una parte de nuestro duelo y deberíamos analizarlo en la medida que podamos para así salir de ese agujero negro y angustioso, que es la culpa.

Aunque sepamos y aceptemos que la muerte forma parte de la vida, y lo vivamos como tal, también la marcha de quién amamos deja un vacío importante. Por un lado, sabemos que nuestros seres queridos están bien en el lugar en el que están, y nos alegramos por ello. Por otra parte, les echamos en falta pues la ausencia es física y casi palpable. Sin embargo, a la hora de vivir el duelo por ellos, se hace más fácil si lo sentimos y vivimos desde la comprensión y el entendimiento de que la vida y la muerte, es un juego y una ilusión, que dentro de un tiempo volveremos a estar con ellos y el reencuentro será estupendo y lleno de amor.

A lo largo del tiempo, por mi trabajo y don, me he encontrado con muchas personas que viven la muerte de sus seres queridos de manera distinta. Están quiénes tardan en aceptarlo, porque niegan la realidad; otros, se aferran a su recuerdo, desde el apego, y se sienten traicionados, abandonados, desde una perspectiva egoísta, pues desean que sus seres queridos se queden con ellos, y no quieren saber que sus allegados deben continuar su evolución y camino.

Otros, lo viven desde la irrealidad, la aceptación, el abandono; los hay que son conscientes de lo que es la muerte y su deseo es que sus seres queridos estén bien y que su preocupación es su bienestar y que encuentren la luz....

Realmente quién sufre dolor y angustia somos nosotros, no ellos. El dolor y las emociones se viven de manera distinta en el plano espiritual y el nuestro. Tendemos a pensar que allí es todo como aquí, y no es cierto. Es más fácil para los que se van, porque el entendimiento de lo que sucede es mayor que el nuestro.  

Nadie dice que debemos olvidar a quiénes amamos, a quiénes se han marchado antes que nosotros. Recordarles es honrarles, amarles y al hacerlo, también nos estamos amando. Pero no debemos caer en la trampa de retener o vivir del recuerdo. Porque entonces, los que realmente estamos muertos, parados y estancados somos nosotros.

Existen psicólogos, terapeutas, especialistas en duelo, grupos de apoyo, etc. Personas que están formadas o se han unido porque han experimentado el dolor de la pérdida y quieren ayudar a los demás. Si vemos que el dolor que sentimos no se va, cada vez en más profundo, sería bueno acudir a un especialista para que nos ayude a vivir y superar estos momentos duros y complicados. No estamos solos, y aunque no sintamos las presencia de nuestros seres queridos tras su muerte, ellos sólo desean nuestro bienestar, amor y felicidad.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

domingo, 15 de julio de 2012

El tránsito de los seres queridos y la muerte inesperada

Elena, pidió que hablara del tránsito que realizan los seres que parten de manera inmediata y repentina, en las que no hay tiempo para realizar el proceso de manera consciente o cuando no hemos tenido cierto tiempo para asumir nuestra muerte.

A lo largo de mi experiencia, al menos hasta ahora, no he encontrado ninguna diferencia a la hora de hacer el tránsito en un ser que ha partido tras una larga enfermedad o haya muerto de manera súbita. Es cierto, que cuanto mejor y más preparados estemos para asumir nuestra muerte, el tránsito será mucho más fácil. Pero eso no significa, que si muero ahora mismo, esté vagando o me encuentre perdida sin saber qué ha pasado.

Tanto al nacer como al morir, lo hacemos acompañados por guías, que nos acompañan en el proceso; seres que en el caso de la muerte, algunos de ellos nos han precedido en su marcha. Muchas veces, antes de morir, algunos seres suelen decir que han visto a sus padres, tíos, hermanos o amigos que han muerto hace tiempo. Nunca estamos solos en el momento de la muerte. Nos ayudan a realizar el tránsito.

En ocasiones, hay seres que deciden quedarse porque sienten que no han tenido tiempo de solucionar un determinado problema o situaciones que consideran que permanecen pendientes. Estos temas, si pueden hacer que nuestra partida a la luz se demore. De nuevo, no habrá diferencias entre una muerte esperada o una inmediata.

Recuerdo dos casos, dos comunicaciones, dos muertes diferentes, y con un denominador común, murieron por problemas cardíacos y repentinos. El primer caso, le llamaremos Carlos, es un hombre joven que está de vacaciones en el extranjero. Es un viaje planificado con antelación, muy deseado por el lugar al que van. Al amanecer Carlos, no se levanta, y sus compañeros deciden ir a ver qué ocurre. Carlos, ha sufrido un infarto y su corazón se ha parado.

La muerte ha ocurrido lejos, los amigos se hacen cargo del cuerpo y la familia lo recibe sin saber muy bien qué ha pasado, ni qué ha ocurrido y en estado de shock. Miles de preguntas sin responder, que a veces dificultan la aceptación de su muerte.

En cambio, Carlos, ha asumido su muerte sin problemas y ha decido ser guía de niños que están a punto de morir, ayudándoles a realizar el tránsito. Al mismo tiempo, lleva alegría a su familia, quita importancia al hecho de su muerte, y cuando se le pregunta qué le ocurrió, siempre dice lo mismo, la aorta se rompió. No sufrí, fue rápido y estuve acompañado en todo momento.

El otro caso que recuerdo, tiene como protagonistas a Miguel y su hermano Javier. Miguel y Javier iban a pasar un fin de semana a París con sus respectivas parejas. Javier había quedado en ir a buscar a Miguel y su mujer para ir todos juntos al aeropuerto. Complicaciones de última hora lo impidieron y cada uno de ellos fue por su cuenta. Ante la tardanza de Miguel y viendo que perdían el avión, le llamaron por teléfono. Miguel había fallecido hacía un rato debido a un infarto. Javier se sentía culpable por no haber podido estar junto a su hermano; inclusive, consideraba que su hermano había muerto por su culpa. 

Me impactó cómo Miguel pedía perdón a su hermano por haber muerto. Para él carecía de importancia el hecho de morir de manera repentina. Lo único que quería era que su hermano no sufriera, puesto que nada hubiera podido hacer aunque hubiera estado allí mismo. Le pedía que recordara el informe del forense.

También comentó que no importaban las últimas palabras que se habían dicho, que para él era más importante el amor que había entre ellos a una pequeña tontería de último momento. En ese momento, Javier, suspiró muy profundamente y comentó que además de no haber estado con su hermano, habían discutido la noche anterior y se habían dicho cosas que no sentía pero ya no había tiempo de rectificarlas y hablarlas.

Miguel, consoló a su hermano, le volvió a insistir que no había nada que perdonar, que sabía el gran amor que había entre ellos, y que una discusión o unas palabras dichas en un momento, no tenían importancia. Lo único que quería es que estuviera tranquilo, libre de culpa y le pedía que disfrutara de la vida.

Javier quería saber si su hermano había sufrido durante su muerte y tránsito. Miguel respondió que había estado acompañado por dos familiares, y que había sido muy fácil, pues había visto su cuerpo mientras intentaban reanimarlo sabiendo que ya estaba muerto. 

Estos dos casos no son los únicos en los que he transmitido mensajes de seres que han muerto repentinamente. Los seres queridos que han partido lo hacen generalmente sin sufrir, y siendo conscientes de su nueva situación. Somos los que nos quedamos, los que tenemos más problemas; por la dificultad para asumir su ausencia repentina. El dolor que nos produce, muchas veces deriva en problemas para superar el duelo, pues no queremos aceptar que se han marchado "dejándonos sólos".

Ellos están bien, cuentan con seres de luz a su lado que les guían en el tránsito y hacen que todo el proceso sea fluido y comprensible.


La imagen de está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

sábado, 7 de julio de 2012

Curso de Canalización de Octubre a Junio en San Sebastián

Quiero aprovechar esta ocasión, para presentaros un avance de parte de los cursos que vamos a realizar de Octubre a Junio en el centro Amalur de San Sebastián

Este curso lo imparto yo. Se trata de un curso de Canalización. Está orientado a conocer nuestra energía, trabajar con ella; para así al diferenciarla de las demás, comenzar a ahondar más en la intuición, videncia e indudablemente, a abrir más el canal que todos somos.

También aprenderemos y trabajaremos la manera de conectar con nuestros seres queridos ya fallecidos, no sólo de manera teórica sino sobre todo, práctica a través de diferentes ejercicios.

Dejo aquí debajo toda la información sobre el curso.


CURSO DE CANALIZACION

Este curso será impartido por María Eugenia Aurensanz, canalizadora, médium y vidente. Se trabajarán varios aspectos, 

  • Conectar con la energía personal, para saber diferenciarla de la de los demás.
  • Teoría y práctica a través de distintos ejecicios, para que podamos trabajar y así facilitar el abrir y desarrollar el canal que llevamos dentro. 
  • Aprender a transmitir los mensajes que recibamos, tanto de seres queridos ya fallecidos, mediumnidad; como de energías más elevadas, guías, seres de luz o maestros, canalización.
El curso comenzará en el mes de Octubre y se dividirá en tres trimestres, con dos clases quincenales de dos horas de duración por mes. Quedaremos los miércoles de 18.00 a 20.00 horas. Las fechas se darán personalmente a las personas que vayan a realizar el curso.

Se aconseja reservar plaza en el teléfono 675.704214 o a través del la siguiente dirección de correo:



El Curso se realizará en:

Centro AMALUR
C/ Ferrerias / Olaeta  19 puerta  11. AMARA
DONOSTIA- SAN SEBASTIAN

Horario:

Comenzará el 10 de OCTUBRE y terminará el 26 de JUNIO
Horario de tarde, los MIERCOLES de 18.00 a 20.00

PRECIO POR TRIMESTRE, 200 EUROS.


La imagen es de un mandala mío.

domingo, 1 de julio de 2012

Acompañando en el tránsito a los seres queridos

Una de las tareas más bonitas que realizamos las personas en momentos duros y difíciles de nuestra vida, es la acompañar a lo seres queridos en el momento de su partida, en la de su tránsito, en su paso de la vida a la muerte.

Acompañar a un ser querido que está muriendo, ha de hacerse desde el corazón, anteponiendo sus necesidades a las nuestras. 

Acompañar a un ser en su muerte, no es un sacrificio, se trata de ayudar, desde el cariño y el amor. No todos podemos o sabemos realizarlo, pues las emociones que sentimos son muy fuertes; tenemos miedo, dudas, angustia o serenidad. Si decidimos ayudarles, acompañarles en su último viaje, debemos hacerlo desde el amor y la paz.
Algunos seres pueden estar muy enfermos, no están despiertos y no necesitan conversación, pero si una presencia amigable que brinde apoyo y cariño. A veces, creemos que nuestros familiares o amigos, no pueden escucharnos por encontrarse en coma, sedados, inconscientes; sin embargo, pueden oír y entendernos. Podemos acercarnos a ellos, hablarles con el corazón, decirles lo que su vida o sus actos han supuesto para nosotros, podemos despedirnos, desearles un feliz tránsito, luz, amor, agradecimiento.

Cuando nuestros seres queridos están muriéndose, algunos de ellos puede que no sean conscientes de la proximidad de su muerte. En otras ocasiones, son ellos mismos los que necesitan contarlo a los demás. Resulta complicado hablar de la muerte a una persona que está en ese proceso; otras, en cambio, no sabemos responder a las preguntas que nos hacen, porque nos resulta muy duro asumir y aceptar su marcha.

En ocasiones, tanto la familia como los propios seres que están cerca de la muerte, sienten su presencia con mucha fuerza, pero ambos intentan ocultarlo, pues piensan que si hablan de ello, cobrará más fuerza, y deciden mirar a otro lado, pensando que así nadie sufrirá. En realidad, todos están ocultando sus sentimientos, no están siendo sinceros, creyendo que de este modo el sufrimiento es menor. Es una situación ficticia e irreal. Asumir el dolor de la pérdida no es fácil, pero es necesario, el no hacerlo a la larga causa más pena y problemas. Por otra parte, el no enfrentarnos a la muerte del ser querido, tiene como consecuencia el dejar pasar una oportunidad estupenda de poder arreglar situaciones, cerrar etapas, o simplemente decir, te quiero o adiós a las personas que están muriéndose.

Acompañar significa ponerse en el lugar de la persona que está muriendo, en saber escuchar, hablar y permanecer en silencio, si la persona así lo desea. Indudablemente, todo desde el respeto mutuo. Estamos ayudando al ser que se va, a hacerlo con tranquilidad y paz, con bienestar, y rodeado de cariño y amor.

Asusta la idea de la muerte, lo asociamos al final del camino. Aunque creamos que la muerte, es sólo un paso que nos lleva a volver a casa, al amor de verdad, duele la pérdida y la ausencia del ser querido. Aprovechemos los momentos por muy pequeños que sean, de arreglar situaciones, de quedarnos en paz, de permitir que ellos mueran sabiendo que han dejado todos sus asuntos de este vida, en orden y en paz. Ayudándoles a tener bienestar, de este modo, su tránsito, su marcha será más fácil y también su ausencia será menos dolorosa para nosotros. De este modo, nuestro duelo seguramente será más llevadero pues habremos colaborado a que su viaje esté lleno de amor y paz.


La imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.