jueves, 22 de noviembre de 2012

Sobre las señales de nuestros seres queridos fallecidos

Sois muchos los que a través de los correos preguntáis cómo podéis comunicaros con vuestros seres queridos que han muerto, y qué hay que hacer para que una vez que ya se ha establecido el contacto éste no desaparezca sin más. Intentaré responderos a todos desde aquí.

Al morir, pasamos por varias etapas. El tránsito o el paso de la vida a la muerte, es una de ella;  ya estando muertos, nos adaptamos al nuevo lugar, a la nueva vibración, plano o dimensión. No todos vamos a los mismos lugares, como tampoco al venir, nacemos en el mismo país.

Cada dimensión o plano es el correcto y adecuado para seguir nuestra evolución como alma, y siempre es luz y amor. Desde ese nuevo lugar los seres siguen trabajando, reposando, evolucionando; unos, deciden continuar su trabajo en otras dimensiones y otros, quieren permanecer cerca nuestro, ya sea como parte de tu trabajo evolutivo o por amor. La decisión es suya y no nuestra.

Las señales de los seres queridos pueden comenzar ya incluso antes de morir. Podemos escuchar cómo cuentan que ven a familiares que murieron hace tiempo y hablan con ellos, transmitiéndonos sus mensajes. Por ejemplo, está aquí tía María y me ha dicho que no me preocupe, porque va a estar conmigo todo el tiempo.

Las señales suelen producirse antes, después o durante la muerte, aunque la mayoría suelen darse tras el fallecimiento. Seguramente alguno de vosotros reconozca haber vivido la siguiente experiencia. Estaba durmiendo cuando me he despertado y he visto a tía María a mi lado, me decía adiós y le he visto contenta. Al despertar, me he enterado que había fallecido. Estos encuentros se producen en un lugar intermedio entre ellos y nosotros, el campo astral; aunque nosotros lo vivimos como si fuera un sueño muy real.

Lo mismo puede ocurrir estando despiertos. Pensamos que no ha podido suceder, que todo es producto de nuestra imaginación. Al poco tiempo, descubrimos su muerte. Además de la voz, sentir o ver su presencia, podemos oler su colonia, su fragancia, de repente aparecer una foto suya, un libro especial, cualquier objeto o hecho que esté relacionado con la persona que ha muerto.

Tras su muerte, además de echar en falta su presencia, queremos saber cómo están, cómo se encuentran, si ha quedado algo pendiente que solucionar. Queremos tener noticias de ellos. El dolor que sentimos muchas veces hace de barrera e impide que percibamos las señales que nos envían. Es aconsejable mostrar una actitud lo más abierta posible pues no sabemos de qué manera intentarán comunicarse con nosotros.

Tampoco todos los seres se comunican, sólo aquellos que lo consideran necesario tanto por ello o por nosotros. Suelen ser mensajes breves, estoy bien, soy feliz, me acuerdo de ti; y les vemos y sentimos rodeados de luz. Una vez que han transmitido lo que querían decirnos, no ven ninguna necesidad de seguir mandándonos mensajes, puesto que tenemos la información que necesitamos. Y por este motivo, muchas veces dejamos de recibir mensajes o señales de ellos, porque ya han dicho todo lo que querían contarnos.

Otro tipo de mensajes son los que recibimos a través de la mediumnidad o canalización. En general, suelen ser algo más largos, dan más información, podemos hacerles preguntas, etc. Eso, si, siempre van a marcar la pauta ellos. Van a comunicar lo que consideran importante que sepamos, al margen de si es lo que deseamos saber o no.

Al morir cambiamos, no solemos pensar y sentir de la misma manera que cuando estábamos vivos. Damos importancia a diferentes temas, aunque no por ello, dejamos de tener una personalidad o carácter similar al que teníamos estando vivos y seguimos amando a quiénes quisimos estando vivos.

Recibimos señales suyas constantemente, aunque la mayor parte de ellas no las vemos o percibimos. ¿Podemos pedirles que nos ayuden y manden información? Si, podemos hacerlo, pero siempre y cuando, lo hagamos desde el respeto, el amor y sabiendo que ellos deben continuar su labor evolutiva. Eso no significa que dejen de estar a nuestro lado.

No podemos atarnos a ellos, porque les echamos en falta; debemos seguir caminando y viviendo nuestra vida de la mejor manera posible, aunque el dolor por su ausencia deje una huella profunda. No estamos solos, ellos nos ayudan. Sin embargo, debemos recordar que tanto ellos, como nosotros, seguimos evolucionando cada uno a su ritmo y es bueno que nuestros seres queridos, sigan fluyendo y avanzando en su camino.

Abramos el corazón a las señales, a la información, a la comunicación con ellos sin miedo. En teoría, todos estamos preparados para ver las señales, aunque no todos las vemos. Es más fácil sentirlas cuando estamos abiertos, cuando fluímos, y dejamos la mente fuera, ocupada en otras cuestiones.

Os invito a que abráis la mente y el corazón a poder ver y percibir sus señales. Y si queremos tener más información o comunicarnos con ellos a otros niveles, siempre podemos acudir a un especialista que nos ayude a poder recibir la comunicación o mensajes de nuestros seres queridos.


La imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

martes, 13 de noviembre de 2012

El sentido de algunas muertes

Estamos viviendo tiempos muy complicados ya no sólo a nivel económico, laboral, social, emocional, afectivo; también a nivel espiritual y evolutivo. Épocas de crisis, de cambios y transformaciones internas y a nivel global, donde todo tiene un porqué, aunque la mayoría de las veces no logremos comprenderlo.

Todas las muertes son iguales en el sentido físico del hecho. Dejamos de respirar, se para el corazón, eso es igual para todos. Lo diferente es cómo se siente cada muerte y qué huella deja en las personas de su alrededor o en su entorno.

Algunas muertes, por ser duras, trágicas, por las circunstancias que le rodean, no pasan desapercibidas. Y sus consecuencias son como las ondas del mar, llegan a sitios insospechados, originando reacciones que no estaban previstas y abriendo a nuestro paso nuevas perspectivas o percepciones de ver o sentir la muerte y la vida.

Las muertes provocadas en accidentes o negligencias, producen una reacción en cadena a nivel social de concienciación ante lo ocurrido, demandando soluciones urgentes y que se tomen medidas para que no vuelva a suceder. Por ejemplo, puntos negros en la carretera, corrimientos de tierra, inundaciones por lluvia, construcciones en lugares frágiles o inestables, etc,; tras la tragedia, en poco tiempo se soluciona con rapidez.

Las muertes de niños, jóvenes o las que son violentas, hacen que recapacitemos sobre el valor de la vida y la muerte con mayor profundidad; nuestra cabeza se llena de ideas sobre cómo queremos que sea nuestra sociedad, un lugar sin cabida para la violencia. Lo mismo podríamos decir de las llamadas muertes de género, cada muerte, ya sea de un hombre o mujer, es una llamada a exigir que se tomen las medidas adecuadas para que no vuelva a ocurrir de nuevo. Y a la vez, nos lleva a replantearnos qué ocurre en la sociedad, cuál es la base sobre la que vivimos y qué debe cambiar para disfrutar de una covivencia armoniosa.

Unas muertes suponen a su vez, dar vida a otras personas, a través de la donación de sus órganos. Hay dolor, pero también amor y generosidad. La muerte del ser querido adquiere un nuevo sentido. El dolor y el duelo se viven de otra manera; ni mejor, ni peor, distinto. Otras en cambio, exigen justicia, por ejemplo tras un asesinato.

Otras muertes, últimamente ha aumentado enormemente el número de suicidios debido a las consecuencias de la crisis que estamos viviendo, han conseguido que los bancos, la justicia, el gobierno, se replanteen el tema de los desahucios de las viviendas. De momento, se van a paralizar durante dos años para los casos más graves. Podríamos pensar que éstas muertes, han provocado una reacción en los estamentos que dirigen la sociedad. Muertes que ojalá no se hubieran llegado a producir; pero no han sido en vano, han sido una llamada de atención muy trágica sobre una situación grave. Es triste que tengamos que llegar a estos extremos para que algo cambie en nosotros.

Ninguna muerte debería pasar desapercibida. Todas son importantes, todas dejan huella, recuerdos, vacío, dolor, amor, indiferencia, generosidad, etc. Encontrar un sentido que va más allá de la simple muerte, es un consuelo, una ayuda y un estímulo para poder continuar viviendo y trabajando por el legado que nos han dejado. Ellos han abierto el camino, nos corresponde seguir su senda y terminar lo comenzado.

Muertes que, además del dolor y ausencia que dejan en sus familias y conocidos, son una llamada de atención a nuestra conciencia, son un punto de inflexión en nuestro pensamiento, un antes y un después en la acción.

Estamos viviendo una época de grandes cambios, comenzando desde lo más pequeño, cada uno de nosotros, hasta lo más global, todo el planeta. Algunas muertes, son señales, indicaciones o mensajes para que reaccionemos, pensemos y decidamos cómo queremos vivir en este mundo. Si cambiamos a nivel particular, el mundo también lo hará; pues todo está unido, todo es energía. Esas muertes, pueden ser el detonante, el origen del cambio o al menos, una ayuda para que comencemos a pensar y a reflexionar sobre lo que ocurre a nuestro alrededor.

Esas muertes, las han originado, seres cuya alma, tenían esta misión, la del cambio de conciencia. Ayudar a los demás a ver, a sentir, a tomar conciencia de lo que somos, de lo que ocurre, de lo que estamos viviendo y no quedarnos cruzados de brazos. Otras almas, tienen otras misiones y todas juntas, llevarán a cabo lo que iniciaron éstas pioneras. Todo forma parte del aprendizaje y evolución de las almas.


La imagen está tomada desde la bahía de La Concha y la fotografía es mía

lunes, 5 de noviembre de 2012

Volver a vivir. Un libro muy especial

Hoy quiero hablar de un libro muy especial. Se llama Volver a vivir. Diario del primer año después de la muerte de un hijo. Su autora es Mercè Castro. Seguramente os sonará su blog, Cómo afrontar la muerte de un hijo, que os recomiendo visitar.

Ignasi, el hijo de Mercè, muere a los quince años, en plena efervescencia de la vida, lleno de ilusiones, sueños e ideas. Y antes de morir, unos meses antes, comenzó a escribir una especie de diario en el que anotaba sus opiniones, emociones y pensamientos.

Es un libro muy especial por muchos motivos, quizá porque está escrito en primera persona; porque desprende vitalidad y positividad; tal vez se deba a que podemos reconocernos totalmente en sus emociones diarias, en sus palabras y sentimientos, en sus caídas y avances; o simplemente se deba al gran amor con el que está escrito y llega al corazón.

No es un libro ñoño, cursi; es real, late con fuerza y eso lo hace único. El libro comienza con las anotaciones que comenzó haciendo Ignasi antes de saber que iba a fallecer al poco tiempo, y continúa con la visión de Mercè ante la pérdida de su hijo, el duelo, y el apostar por la vida, por ella, por sus hijos, por su marido.

Volver a vivir, es encuentro de emociones, de sentimientos, de pensamientos e ideas, y sobre todo, es vida. Una apuesta por vivir, siendo optimista y teniendo los pies en la tierra, afrontando los cambios que supone la pérdida de un hijo, vivir el dolor compartido, encontrando en él, y en la pérdida de Ignasi el rumbo a seguir, fuerza para avanzar y crecer, todo ello, sin olvidar los baches en los que caemos. Es una ventana a abrirse a la vida, al horizonte, a la luz, a la vida. La fotografía de la portada del libro expresa muy acertadamente todo lo que está dentro.

Es un libro que desprende amor, y además es sanador a todos los niveles. Calma el alma, masajea el corazón, y llena de energía y vitalidad el cuerpo. Al tener el libro en las manos, se nota el hormigueo de su energía. Me ha pasado muy pocas veces, pero de vez en cuando, aparece un libro que por si mismo, ayuda a sanar, solamente teniéndolo en las manos. Y éste lo hace.

Es un libro básico, de los que apetece tener a mano y muy cerca. Totalmente recomendable no sólo para los que han perdido un ser querido, sino también para el resto. No sólo por todo lo que cuenta y transmite, sino porque además, puedes abrirlo al azar y encontrar un mensaje especial para un momento o situación.

Había puesto que el libro se podía comprar en las librerías pero copio aquí mismo el comentario que ha dejado Mercé: El libro ya no se encuentra en las librerías, está agotado y pendiente de una segunda edición. Si queréis algún ejemplar poneros en contacto conmigo en isona@ibernet.com .

Mercè Castro acompaña a las personas que quieren reencontrar su fuerza interior para trascender el miedo y el dolor y vivir con amor, prosperidad y armonía. Da talleres y conferencias y, de forma individual, imparte terapias como la Técnica Metamórfina, el Reiki, las Constelaciones Familiares, la Interpretación de los Sueños y el Ho’Oponopono.

Y me gustaría añadir que recibí el libro de manos de Mercè, en un encuentro que era más bien un reencuentro entre dos viejas amigas. Quiero darles las gracias tanto a Ignasi como a Mercè por todo lo que he vivido y aprendido al leer el libro. Ha sido un regalo maravilloso. Mercè es amorosa, dulce y sonriente, contagia su positividad y energía. Es una persona muy especial, cercana y abierta.


La foto es la de la portada del libro.