martes, 30 de octubre de 2012

Todos los Santos

He decidido volver a publicar esta entrada, que acaba de cumplir un año, porque al releerla he sentido que era la indicada para estos días. Algunos ya la habréis leído y para otros será nueva, apenas he retocado nada. Espero que os guste. 

Siempre me han gustado las flores desde niña y muy especialmente, los crisantemos. Estos días las floristerías están llenas de estas bellas flores, y en las pastelerías hay buñuelos y huesitos de santo de mazapán. Sí, estamos en vísperas de Todos los Santos.

Son unas fechas especiales para aquellos que han perdido a seres queridos. Si siempre están presentes en nuestro pensamiento, estos días todo nos lleva a pensar en ellos aún más. Son días de visitar los cementerios, de cuidar y limpiar la lápida de nuestros familiares, de poner flores nuevas en la tumbas de nuestros muertos.

Los seres que han fallecido, no están en los cementerios, ni permanecen en el lugar en que se esparcieron sus cenizas. Acuden allí, cada vez que nos acercamos a visitarles. Se reúnen ese día con nosotros casi como si se tratara de una cita.

En el otro plano, en la dimensión en la que están, pueden ir y venir en un instante de un lugar a otro. Tienen su trabajo, su ocupación; ya sea el descansar, limpiar partes de su vida recién vivida, ayudar a seres queridos y familia, ocuparse de solucionar aquello que consideran inconcluso, etc. Así que no permanecen quietos en un sólo sitio. Se mueven, actúan.

Alberto falleció lejos de casa. Había ido a hacer un master al extranjero; allí sufrió un infarto y murió. Le encantaba el mar. Su familia decidió depositar sus cenizas en una zona de la costa en la que se viera el mar.

Desde hace unos dos años o algo más, cada vez que su familia viene a verme, Alberto les pide que por favor, no vayan a verle a áquel lugar porque les ve sufrir, lo pasa mal al ver su tristeza, su pena. Quiere vivir su alegría, ver sus sonrisas, y poder participar de esta animación. Les propone que cada vez que se junten para comer o cenar, saquen el acordeón y disfruten. Desea que le recuerden cantando junto a ellos, feliz, siendo uno más en la mesa.

Su familia dice que necesitan ir al lugar donde dejaron sus cenizas, porque les gustan pensar que está allí, contemplando el mar y esperando su visita. Consideran que hacen algo especial, yendo a verle. Alberto, intenta explicarles una vez más, que siempre está con ellos. En su corazón, a su alrededor, durante el día a día. Mientras sonríe dulcemente, comenta que no hay manera, no lo entienden; otro año habrá que estar allí.

Hace tres meses murió Pilar, una gran amiga mía. Solíamos hablar mucho de la vida y la muerte con mucha libertad y abiertamente. Un día, en el que hablábamos sobre cómo organizar el funeral o dónde depositar sus cenizas; le comenté que cuando se fuera, me sentaría junto al árbol que le gustaba y pensaría en ella. Me miró con sus ojos azules, y con una sonrisa, - me dijo -, sabes mejor que nadie que no estaré allí, ¿para qué irás? Le devolví la sonrisa y le dije que tenía razón.

Si vamos a la playa, allí van; si vamos de excursión allí están; si vamos al cine, nos acompañan; y si vamos al cementerio, se unirán a la visita, porque siempre están a nuestro lado, junto a nosotros. Podemos celebrar su ausencia o presencia, a diario o el día que queramos, pero no necesariamente yendo al cementerio.

Están a nuestro lado, vayamos dónde vayamos o hagamos lo que hagamos. Nunca desaparecen de nuestro corazón, el lugar más íntimo y lleno de amor en el que pueden estar. Es posible que nos apetezca ir a dónde depositamos sus cenizas o están enterrados sus huesos. Si vamos es por nosotros, no por ellos. Me parece muy bien que quién tenga la intención de hacerlo, lo haga, es fantástico; pero sabiendo que ellos están a su lado, animando, velando, sosteniendo y guiando sus pasos día a día.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

martes, 23 de octubre de 2012

Una vida pasada de Elene

Seguimos hablando de la reencarnación. Esta vez, con la historia de Elene.

Conozco a Elene desde hace mucho años, no somos amigas íntimas pero si conocidas, y tras leer algunas de las entradas del blog, decidió contactar conmigo y proponerme una idea.

Elene, es la tercera de tres hermanos, una chica y un chico. Nunca se ha terminado de sentir a gusto en casa, con su familia, había sufrido menosprecios y malos tratos psicológicos. Aunque no sabía explicar bien el motivo, "sabía desde dentro" que ése no era su lugar, no se sentía identificada con ellos.

Durante algunos años, pensó que podría tratarse de celos, envidia hacia sus hermanos; y otras veces, pensaba que era todo fruto de su imaginación. Con el paso del tiempo, asumió como propio lo que escuchaba en casa, que era muy rebelde, una mala persona, siempre dando disgustos. Comentaba que era mejor seguirles la corriente y así pasar desapercibida, la convivencia era más fácil. 

Un día, siendo ya adulta, quiso saber la verdad, decidió investigar y asumir la realidad, si era un tema de celos o había algo más profundo. Quiso ponerse en mis manos para averiguarlo, quería llegar a la verdad a través de una regresión.

Al cabo de dos sesiones, descubrimos que en una vida pasada, Elene había estado prisionera en una celda, aislada y maltratada por sus carceleros. Pudo verles las caras; su cuerpo se estremeció y pareció encogerse. Comenzó a llorar. Decía que entendía muchas cosas, que la historia se estaba repitiendo de nuevo. Le pregunté a qué se refería y si reconocía a algunas de las personas a las que estaba viendo. Sí, contestó. Estoy viendo a mis padres. Ellos eran mis carceleros, aunque hay más personas pero no se quiénes son.

Quería saber cómo estaba Elene, cómo se sentía ante este descubrimiento. Me miró tranquila, y me dijo que por fin sabía la verdad, que no se lo inventaba, ni eran celos y también sabía porqué no se sentía a gusto en casa. Había averiguado lo que deseaba y aunque no era lo que esperaba, sentía paz y a la vez liberación. 

Días más tarde volvimos a estar juntas y me contó que la relación con su familia había mejorado. Entendía que la vida le había dado otra oportunidad, la de saber perdonar y que ya había empezado a hacerlo después de recibir la información. No veía a su familia como los enemigos, sino como las personas que le estaban ayudando a crecer, a ser ella misma y que por ello les quería aún más. No le importaba que en otra vida, hubieran sido sus carceleros, pues en ésta, eran su familia y le estaban dando su amor y que entendía que quizá para ellos, era más difícil que para ella. 

Había decidido no contar nada de lo que había averiguado a su familia, no merecía la pena, y sería además injusto pues seguramente se sentirían culpables de algo ya vivido, olvidado y que no tenía vuelta atrás. Había que mirar hacia adelante y ver en ello el regalo del perdón hacia ella misma y hacia los demás. Me dijo que ahora veía a su familia como eran de verdad, luchando por salir adelante, por dar amor en vez de castigo. Y para Elene, eso era un regalo muy bonito.

Me ha pedido que lo contara, porque cree que su historia puede ayudar a otras personas. Elene nos anima a no tener miedo a ver la verdad, por muy dura que sea y parezca; ya que el amor puede sanar y curar, abrir puertas que antes estaban cerradas, acercando a las personas. Desde cierto entendimiento, se tienden puentes que llevan a intentar comprender a las personas que están o forman parte de nuestro círculo más cercano. Y ella, en vez de alejarse más de sus padres, les ha entendido, perdonado y sintiéndose más unida a ellos. 

Seguramente, en otra ocasión volvamos a repetir la experiencia y descubramos que además de ésta vida dura, Elene y su familia como almas, están unidos por lazos de amor fuertes y podrá revivir vidas más fáciles y tranquilas.


La imagen está sacada de internet y desconozco quién es su autor.

domingo, 14 de octubre de 2012

Apuntes sobre la Reencarnación

Esta entrada está dedicada a María y a personas como ella que quieren saber más sobre la reencarnación. 

María está preocupada por una información que ha recibido de alguien sobre la reencarnación. Tiene un hijo pequeño y quiere saber qué tipo de relación les une o hay entre ellos. Tengo que comenzar diciendo que no se qué tipo de información ha recibido María pero se que está agobiada.

Intentaré ser lo más clara, concreta y concisa posible. Todos somos almas, y por lo tanto eternas, que dedican cuando así lo consideran, aprender ciertos aspectos para seguir su propia evolución. Cuando esas almas deciden estar en la tierra, se encarnan, además de alma, son un cuerpo. 

Las almas, si así lo desean pueden quedarse en el nivel, dimensión o plano en el que están, sin necesidad de encarnar. Puede pasar mucho tiempo o muy poco, antes de volver. Cada alma es la que marca su camino, su ritmo. 

Como almas que somos, y hemos pasado por muchas vidas, hemos vivido situaciones diversas, desde dolorosas, tranquilas, pacíficas, angustiosas, etc. O dicho de otro modo, hemos pasado por ser esclavos, ladrones, reyes, monjes, asesinos, santos, campesinos, mineros, amas de casa, soldados, etc.

Las actuaciones de cada vida, marcan un aprendizaje. En este caso, como alma, no se trata tanto de un aprendizaje moral o ético como el que conocemos nosotros, sino de orden espiritual. Cada vez que aprendemos, hay un avance; y la manera de aprender puede ser desde lo más duro y doloroso a lo más simple y sencillo. Algunas culturas hablan del karma y del darma, del deshacer para ganar. Cuando tenemos la oportunidad de aprender una situación; por ejemplo, el ponernos en el lugar del otro y no lo hacemos, "repetimos curso". Es decir, cuando decidamos volver, lo haremos aprendiendo aquello que quedó pendiente.

Indudablemente, no vivimos sólos, tenemos familia, amistades, somos sociales. Y como almas, solemos viajar, o encarnar entre almas con las que hemos tenido contacto anteriormente. Por ejemplo, mi madre ha podido ser en otra vida, mi pareja, mi enemigo, mi maestro, un vecino, una amiga, etc. Pero no por ello, deja de ser mi madre; y le veo y siento como lo que es. En general, tenemos relación aunque no la recordemos con casi todos los seres con los que nos relacionamos.

Todo ello, desde el punto de vista concreto, de la vida diaria, no tiene demasiada importancia, no es más que una información, que nos sirve para poder entender o solucionar algunas actitudes que tenemos en nuestras relaciones. Quién quiera investigar y saber más sobre ello, tendrá la oportunidad de poder limpiar, aclarar, comprobar o desbloquear situaciones, buceando en las relaciones que desee.

La vida actual, la que estamos viviendo, es la más importante y es en la que debemos centrarnos. En esta vida tenemos todo, las relaciones con la familia, amistades, trabajo, etc y con ello la oportunidad de poder resolver de manera consciente o no, asuntos que han podido quedar pendientes.

El agobiarnos o angustiarnos por la reencarnación, por saber qué tipo de relación hay entre mis padres, hermanos, conocidos, etc y yo, no es importante a no ser quiera  investigarlo para resolver alguna cuestión pendiente.

Nuestra familia actual, los seres con los que nos relaciomos son reales, concretos, y aunque en otras vidas, haya habido otro tipo de relación entre nosotros, la actual es la importante. Por poner un ejemplo que acabo de inventarme, de qué me sirve saber que mi padre y yo éramos enemigos en otra vida, si en ésta, nos queremos, colaboramos juntos y hay un respeto enorme. Lo que importa es lo que tenemos hoy y ahora. El resto es un plus, un añadido, una posibilidad u oportunidad de poder arreglar algo que no funciona.

En el caso de que nuestra vida sea sencilla, queramos y seamos amados, ya estamos trabajando en el amor, en avanzar y progresar como almas. Si sentimos que existe una unión, o un bloqueo que va más allá de la convivencia cotidiana y nos apetece investigarlo para que desaparezca, podemos hacerlo a través de las regresiones, constelaciones familiares, u otro tipo de técnicas.

Cada vida que vivimos es única y especial. Intentemos saborearla, disfrutarla; es un regalo, un momento para aprender, avanzar y evolucionar. La vida ya se presenta de por si bastante dura y compleja para agobiarnos por algo que ya no está en nuestras manos. Vamos a centrarnos en el aquí, en el ahora, en el instante y todo aquello que hagamos desde el amor, curará y sanará todo lo que estaba mal curado o bloqueado. El trabajar hoy, significa que limpiamos el ayer o el mañana.

María, no se si he sabido responder a tus preguntas. Si no es así, seguiré intentándolo.


La imagen es de un mandala mio.

 

martes, 2 de octubre de 2012

Señales de nuestros seres queridos fallecidos

Unas de las preguntas que más me suelen hacer son, ¿por qué no veo las señales de mis seres queridos? ¿por qué los demás si pueden y yo no? ¿por qué al principio soñaba con él o ella y ahora ya no?

Son varios los factores que intervienen a la hora de poder ver, sentir y percibir las señales de los seres o familiares que ya han fallecido. Entre ellos están el equilibrio mente corazón, la disposición y capacidad a percibir, el momento adecuado, el modo de ver, las tensiones, el miedo, el estrés, las ganas, la obsesión, las emociones y sentimientos, etc.

Una de las maneras de comunicarse nuestros seres queridos con nosotros, es a través de señales o mensajes que envían. Y pueden emitirlos de muchas maneras distintas. Y no tienen que ser siempre de la misma forma.

La mayoría de los mensajes que recibimos suelen producirse al principio, tras su marcha. Muchas veces es para comunicarnos que se han ido o que están bien. Durante un tiempo, dejamos de sentir su presencia, es normal.

Al morir, todavía estamos conectados con la tierra, con lo concreto, con la materia, somos más densos y, aunque hemos abandonado nuestro cuerpo, seguimos teniendo cierta corporeidad. Resulta más sencilla la comunicación, y normalmente suelen elegir el mundo de los sueños, en este caso, el plano astral, como lugar de encuentro entre ellos y nosotros.

Tras su marcha, siguen su camino evolutivo y vibracional. No es posible tener el mismo contacto con ellos por mucho que lo deseemos. Por poner un ejemplo, si nos vamos de viaje a otro lugar, ya sea a trabajar o por placer, estaremos ocupados en nuestras cosas. Eso no significa que no nos acordemos de las personas a las que queremos, pero estamos a lo nuestro. Pues es parecido a lo que sucede tras la muerte, eso si, salvando las distancias.

Nuestros ojos, nuestro corazón, sigue necesitando el contacto, su presencia pero ellos, tienen otras ocupaciones, otro camino, el suyo; del mismo modo que cuando nos toque morir, seguiremos el nuestro. Por ello, son siempre nuestros seres queridos los que se ponen en contacto con nosotros, y no nosotros con ellos.

Ellos siguen avanzando y debemos ayudarles a seguir su proceso como almas que son. El demandar su atención no es bueno para ninguno. Solemos confundir la pena, el dolor, el vacío con el apego. Cuántas veces he escuchado, es que Fulanito siempre estaba pendiente de mi, y ahora que se ha muerto, ni tan siquiera he soñado con él o le he visto. No es lógico, estábamos tan unidos, me siento abandonada.

Sí es lógico y normal. Ellos están en otra dimensión, ocupándose de proseguir su vida, su evolución. Su sentimientos, sus metas, son distintas a las nuestras. Eso no significa que no nos ayuden, al revés, si pueden, nos mostrarán su cercanía, su apoyo y energía. Velarán y nos guiarán aportando luz a nuestros pensamientos y sentimientos.

Debemos dejarles partir, pues la muerte sólo es otra etapa, eso si, deja un vacío fuerte pero debemos afrontarlo con naturalidad y amor. No digo que no se sufra, que no haya un duelo, que no se necesite tiempo. Al revés, al pasar por estas etapas estamos asumiendo su marcha.

Cuánto mejor nos vean, nos sientan, nos perciban, más podrán ayudarnos, porque no existirá una dependencia nuestra hacia ellos.

Para entender y ver sus señales, debemos tener una mente abierta, ser espectadores de nuestra vida cotidiana, no esperar nada y ser como niños, estar abiertos a la sorpresa, y ello sólo lo podemos hacer si nuestro dolor, nuestra angustia no nos domina. Porque si es así, estaremos cerrados a sentir aquello que es alegría. Y nuestros seres son alegría y amor.

Seamos como niños, vamos a dejarnos llevar, observemos en la medida que podamos lo que ocurre a nuestro alrededor. Tal vez la señal que hacen, está delante nuestro y no podemos verla. A veces, cuando no esperamos nada, tenemos todo.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.