miércoles, 26 de diciembre de 2012

Doce campanadas, Trece deseos

Dentro de unos días es Nochevieja y con ella daremos paso a un nuevo año. Desde hace algún tiempo suelo hacer un pequeño ritual que quiero compartir con todos.

Con cada campanada de medianoche, con cada uva que tomo, pienso un deseo que quiero que se realice en el año entrante. Al ser doce campanadas, suelen ser muchos deseos.

Otra opción que puede ser complementaría, sería realizar una meditación o una visualización. Propongo que cada uno se deje llevar y elija hacer lo que le parezca más fácil, cómodo, práctico y natural de realizar. Podemos hacerlo de manera individual o si estamos acompañados, pedir que cada uno elija un deseo.

Este año que viene entramos en 2013, y al terminar las campanas incluiré un deseo más, el 13 en su honor. Este deseo extra no va a ser sólo para mi, quiero hacerlo extensible a todo el mundo, universo, planeta, seres que habitamos la tierra.

Doce campanadas, treces deseos. Todavía no he pensado todos los deseos, aún quedan días para ir añadiendo o quitándolos de la lista. Mientras escribía, todavía no he terminado la lista, he ido pensado en los siguientes deseos:

1. Paz
2. Felicidad.
3. Amor.
4. Trabajo.
5. Prosperidad.
6. Salud.
7. Alegría y vitalidad.
8. Viajar.
9. Que la Luz y Amor envuelvan a todos los seres queridos, fallecidos y vivos.
10. ...
11. ...
12. ...
13. Deseo lo mejor para todos los seres de todos los mundos, dimensiones y planos, que habitamos la tierra, para que cada uno reciba lo que necesite y desee.

Aprovecho para desearos unas Felices Fiestas y un Feliz Año Nuevo, llenas de felicidad, alegría, armonía, luz y amor. Sed muy felices.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

martes, 18 de diciembre de 2012

La vida y el alma

Somos energía y como tal eternos. Nuestra vida en la tierra, está basada en el aprendizaje. Venimos a aprender y así, evolucionamos como almas hasta completar todo el proceso que nos devuelve al punto inicial, al del origen, al del Amor verdadero, Dios, Energía Universal, o el nombre que quiera darle cada uno.

Al principio, cuesta un poco entender el proceso. Habrá quienes piensen que sólo somos seres humanos que después de nacer y vivir, morimos para pasar a otro plano o a la nada. Es cierto hasta cierto punto; sin embargo, al ser energía no morimos, digamos que, nos reciclamos y volvemos a ser lo que éramos pero con algo más de sabiduría.

Al nacer, venimos con una misión que normalmente olvidamos casi inmediatamente; y es evolucionar a través del aprendizaje, de vivir experiencias que ayudan a avanzar. Habrá quienes vengan a aprender a superar pruebas, a vivir el apego, el dolor, el éxito, el amor, el riesgo, la aventura, el sacrificio, la entrega a los demás; otros deberán aprender a vivir las emociones o lo material. 

No existe un tiempo límite para aprender cada aspecto que elegimos; ya que puede superarse en una vida o en varias. La reencarnación permite que volvamos a vivir o experimentar aquellas cuestiones que dejamos pendientes en otra vida.

La misión de cada alma es distinta porque el aprendizaje y la evolución es individual. Es importante que miremos hacia dentro, y escuchemos lo que sentimos, que observemos cómo actuamos, qué nos mueve y qué hacemos sin pensar, de manera casi instintiva.

Algunas almas tienen como misión servir y ayudar a los demás; otras, guiar; algunas, consiguen que abramos los ojos a lo que nos rodea, ampliando nuestra conciencia; otros grupos tienen la misión de acompañar en los momentos de tránsito, de cambios; otros sanan el alma, el corazón y la mente; los hay que vigilan y protegen.

Muchas personas hacen de su vocación su profesión, sabiendo que están poniendo en marcha su misión. Otras en cambio, sin saberlo, llevaran a cabo su labor en cualquier trabajo en el que estén. Y en ambos casos, continuarán haciéndolo en su vida cotidiana. En ningún momento dejamos de ser almas aprendiendo y en evolución, ni en los peores momentos de nuestra vida, ni cuando sentimos que estamos bloqueados o ni en los mejores, cuando somos inmensamente felices.

Da igual dónde vayamos, dónde trabajemos o con quién estemos. Nuestra alma sabe lo que ha venido a hacer, a desarrollar y hará todo lo posible para llevarlo a cabo, seamos o no conscientes de ello. Permanezcamos atentos a ver qué nos hace felices, qué nos llena y satisface, qué hace que nos sentimos nosotros mismos, plenos y dichosos, pues serán pistas para descubrir nuestra misión.

La vida es el lugar en que vivimos todas las experiencias que posibilitan el aprendizaje del alma y su progreso. Unas veces iremos despacio; en otras, descansaremos; y en muchas ocasiones, acabaremos magullados por las heridas del camino; aunque también habrá tiempo para disfrutar del amor y de la felicidad. A pesar de lo duro que pueda parecernos, es lo que hemos venido a vivir. Dependerá de cómo lo afrontemos, de cuál sea nuestra actitud, lo que facilitará que consigamos el propósito del alma. 

¿Qué esperamos para celebrar la vida? Lancémosnos a vivirla, sacándole todo el jugo e intentado disfrutar al máximo de ella, por supuesto, desde el respeto a los demás y a uno mismo.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Soñar con los seres queridos fallecidos

Suelo recibir muchos correos con un mismo denominador común o con la misma pregunta, qué significa soñar con los seres queridos que han fallecido. Así que intentaré responder de la manera más sencilla que pueda.

El mundo de los sueños es enorme, lo imposible se convierte en posible. ¿Fantasía o realidad, liberación o pesadillas? Hay un poquito de todo.

A veces nos liberamos de nuestras ataduras y la mente descansa; otras veces, revivimos situaciones hasta encontrar la solución a los problemas cotidianos o preocupaciones dolorosas. En otras ocasiones, recibimos informaciones que pueden ser simbólicas, mensajes directos. Y también, podemos conectar, hablar, ver y sentir a seres que viven cerca, lejos o que han fallecido.

Es importante saber que no todas las veces que soñamos con algún ser querido que ha muerto, significa que hemos tenido una comunicación con ellos. A veces simplemente se trata de un sueño, de un recuerdo, de una vivencia compartida o deseada.

Otras veces, los sueños que tenemos con los seres queridos que fallecieron son reales. Les vemos, sentimos, escuchamos y hablamos con ellos como si estuvieran vivos. Es más, inclusive, en esos momentos, no recordamos que han muerto. Son reales, hay una interrelación entre ellos y nosotros. 

Estas comunicaciones a las que llamamos sueños, no lo son. Se producen en un lugar intermedio entre ellos y nosotros. Un plano vibracional y energético en el que el contacto es posible. La sensación es de realidad, porque lo es. No es una fantasía. Generalmente son "sueños" en los que además de verles, pueden decirnos cómo están, les podemos contar cómo nos sentimos sin ellos, qué nos preocupa, cómo podemos enfocar o vivir una determinada situación.

No siempre hablamos con ellos. En algunas ocaciones, permanecemos estando en silencio, escuchándoles, pues tienen un mensaje que darnos. Se encuentran bien, necesitan que recemos por ellos, que nos despidamos, quieren que estemos felices porque han encontrado la luz, quieren que encontremos algo, que rehagamos nuestra vida, etc.. 

Estos "sueños", se producen en el campo astral. No tenemos que hacer nada especial para "viajar astralmente", ya que lo hacemos a diario aunque después no lo recordemos. Una manera de diferenciarlos de los sueños normales, es la sensación de realidad tan clara que tenemos. Hemos estado allí, hemos hablado con otros seres conocidos o no, visitado ciudades desconocidas, acudido a un concierto, una exposición, una boda o un acontecimiento social, etc.

Y sobre todo, es ése lugar intermedio, en el que lo imposible se convierte en realidad, donde podemos reunirnos con nuestros seres queridos que han fallecido. El poder acudir a este lugar no significa que automáticamente veamos a nuestros seres sólo por el hecho de estar en ese plano. 

Cuando soñamos con nuestros seres queridos, y estamos en astral, lo ideal sería estar abiertos a vivir el momento, sentir con plenitud, preguntar nuestras dudas, percibir cómo están, sentir su amor o sus necesidades. A veces, con verlos es suficiente; con una mirada sabemos cómo están y lo que sienten. Y ellos a su vez, saben lo que hay en nuestro corazón y mente.

Al despertar, podemos pensar que hemos desaprovechado una oportunidad especial de poder decir más de lo que dijimos, de expresar nuestro amor; pero no es así, en un instante tenemos toda la información que necesitamos saber. Cuando despertemos, será la mente la que jugará con nosotros y querrá saber más cosas, puede que ponga en duda lo que hemos vivido. Si es así, aconsejo que escuchéis a vuestro corazón, él dirá si lo que habéis vivido es real o inventado. Se tiene una certeza muy clara aunque no podemos explicarlo con palabras. 

Soñar con nuestros seres queridos, a veces es un encuentro maravilloso que no deseamos que finalice; que nos permite expresar lo que sentimos en un segundo, recibir consuelo y amor al instante. Otras veces, soñar con ellos, es sólo un sueño, un deseo. Quién haya vivido y sobre todo, quién recuerde sus experiencias verá que son distintas a un sueño normal. Podemos apuntar lo que hemos soñado o vivido y después será más fácil analizar qué tipo de experiencia hemos pasado.

Disfrutemos todo lo posible de los encuentros con nuestros seres queridos mientras "soñamos". Recordemos que el tiempo y el espacio no son iguales en todas las dimensiones y planos energéticos. Eso hace posible que vivamos experiencias y comunicaciones con los seres que queríamos y que murieron, que a su vez, siguen vivos no sólo en nuestra memoria, sino en el plano energético que les corresponda según su vibración y evolución.

Podéis tener más información en la siguiente entrada, Cómo distinguir un sueño de un encuentro astral con los seres queridos ya fallecidos.


La foto es de un dibujo mío. 

lunes, 3 de diciembre de 2012

Testamento vital o Voluntades Anticipadas

Existe tanto temor a la muerte que la mayoría de nosotros olvidamos prepararnos para ella, ya sea emocional, económica, familiar o psicológicamente.

Todos vamos a vivir este momento, pensar en él desde una actitud positiva, no significa llamar a la propia muerte, sino estar prepararos lo mejor posible para afrontarla cuando llegue.

Un aspecto que también solemos olvidar y me parece importante recordar, es el hacer el testamento vital.

Es un documento de voluntades anticipadas o lo que es lo mismo, un documento en el que plasmamos la atención médica que deseamos recibir en caso de padecer una enfermedad irreversible, terminal y no estar en condiciones de poder expresarlo.

No es lo mismo que la eutanasia. Simplemente expresamos las atenciones que queremos recibir en caso de que no podamos hacerlo nosotros mismos en ese momento. Así, dejamos constancia por escrito de ello y además nombramos a un albacea o responsable de que se lleve a cabo nuestros deseos. Si deseamos cambiar de opinión sólo tendríamos que volver redactar otro testimonio vital.

El testamento vital se puede firmar ante notario o en las delegaciones de salud de cada comunidad autónoma. Existen para ello unos modelos específicos que habría que rellenar en función de nuestros deseos.

A modo de ejemplo, aquí tenéis un ejemplo de formulario del testamento vital.

Que si llego a encontrarme en una situación en la que no pueda tomar decisiones sobre mi cuidado médico, a consecuencia de mi deterioro físico y/o mental, por encontrarme en uno de los estados clínicos enumerados en el punto 4 de este documento, y si dos médicos independientes coinciden en que mi estado es irreversible, mi voluntad inequívoca es la siguiente:
1. Que no se prolongue mi vida por medios artificiales, tales como técnicas de soporte vital, fluidos intravenosos, fármacos o alimentación artificial.

2. Que se me suministren los fármacos necesarios para paliar al máximo mi malestar, sufrimiento psíquico y dolor físico causados por la enfermedad o por falta de fluidos o alimentación, aún en el caso de que puedan acortar mi vida.

3. Que, si me hallo en un estado particularmente deteriorado, se me administren los fármacos necesarios para acabar definitivamente, y de forma rápida e indolora, con los padecimientos expresados en el punto 2 de este documento.

4. Los estados clínicos a los que hago mención más arriba son:
  • Daño cerebral severo e irreversible.
  • Tumor maligno diseminado en fase avanzada.
  • Enfermedad degenerativa del sistema nervioso y/o del sistema muscular en fase avanzada, con importante limitación de movilidad y falta de respuesta positiva al tratamiento específico si lo hubiere. Enfermedades o situaciones de gravedad comparable a las anteriores.
  • Otras: (especificar si se desea)
5. Designo como mi representante para que vigile el cumplimiento de las instrucciones sobre el final de mi vida expresadas en este documento, y tome las decisiones necesarias para tal fin, a:

6. Manifiesto, así mismo, que libero a los médicos que me atiendan de toda responsabilidad civil y penal que pueda derivarse por llevar a cabo los términos de esta declaración.

7. Me reservo el derecho a revocar esta declaración en cualquier momento, en forma oral o escrita.

Además de las distintas consejerías autonómicas de salud, existen otros organismos dónde poder informarse sobre éste tema, Asociación Federal Derecho a Morir Dignamente, Conferencia Episcopal Española, Voluntades Anticipadas Sanidad Pública Vasca, etc.


La imagen está tomada de internet y desconozco quién es su autor.