lunes, 25 de marzo de 2013

Señales y comunicación con nuestros seres queridos ya fallecidos

Comunicarnos con nuestros seres queridos es relativamente sencillo. En teoría, todos podemos tener acceso a poder establecer una comunicación con ellos. Entonces, ¿por qué no les vemos o escuchamos con claridad y entendemos lo que nos quieren decir?

Se debe a varios factores. Todos somos canales; cuánto más abiertos y preparados estemos, mejor sintonizaremos con ellos. Para ello, podemos trabajar con varias herramientas como la meditación, la visualización, aprender a canalizar, la relajación, otras técnicas, etc.

Podría ser algo parecido a saber dibujar. Todos dibujamos, mejor o peor. Para unos es un don natural; otros iremos a aprender técnicas para mejorar. Con la práctica mejoraremos, llegando a un nivel distinto, cada uno el suyo. Pero por mucho ejercicio que hagamos, y mucha técnica que tengamos, sólo algunos llegarán a ser un Picasso, Velázquez, etc.

Para comunicarnos con nuestros seres queridos, aunque parezca tonto lo que voy a decir, lo primero, es querer tener contacto. Estar abiertos a ello, no sólo con la mente, con el pensamiento, sino con el corazón. No me refiero a desearlo, sino a estar abiertos a fluir, a percibir, a sentir, a captar emociones, sentimientos, sin que la lógica sea un obstáculo insalvable. A veces, querer no siempre es poder. Primero está la emoción y después la mente. Ambas son necesarias. Con la emoción, sentiremos certezas que luego analizaremos con la lógica.

Debemos recordar que por mucho que queramos y estemos abiertos a tener un contacto, va a depender de ellos, de nuestros seres queridos el que se establezca dicha comunicación. Es decir, si ellos no quieren contarnos nada, por mucho que estemos atentos, no recibiremos ningún mensaje. Muchas veces, creemos que tienen algo que decirnos, pero al pasar al otro plano, lo que en vida parecía ser prioritario o importante, cambia de valor.

Damos por hecho que al morir no cambia nuestra manera de pensar y de sentir, y que lo que era importante en vida lo seguirá siendo en la muerte. Y no es así. Eso no significa que nuestros seres queridos, dejen de querernos o de estar a nuestro lado, pero lo hacen de una manera distinta a lo que queremos o pensamos.

En muchas ocasiones estando en consulta, he visto a familiares pedir consejo a un ser querido sobre un tema concreto, por ejemplo, saber qué tenían que hacer con respecto a una persona o una situación. Las respuestas han sido variadas, desde "no me interesa este tema; estoy cansado; ya es hora de que te enfrentes a ello; se tú mismo y decide lo mejor; estoy a tu lado, tomes la decisión que tomes; abre tu corazón; etc"

Veo la cara de extrañeza cuando dicen, mi padre, mi madre no era así, le importaba mucho este tema y necesito saber qué debo hacer. Seguro que era así, pero ahora ven la vida de otra manera; su conocimiento es distinto y sus valores son otros, dan importancia a otras cuestiones. Y, solemos olvidarlo. Al morir nuestro nivel de conciencia suele ampliarse, y la visión de las circunstancias cambia.

Debemos permanecer abiertos a ver las señales, porque pueden aparecer de maneras distintas, desde un sueño, una frase, un mensaje, una flor, una melodía, un susurro, una caricia, alguien que nos comunique un mensaje de ellos. Todo es válido. 

La pena, el dolor, y muchas veces, las propias ganas de comunicarnos con ellos, impiden que veamos con claridad las señales. Tampoco debemos olvidar, que los mensajes pueden ser muy sencillos, desde "estoy bien, te quiero; estoy orgulloso de ti; te apoyo en tus decisiones; sigue adelante; disfruta y ríete más", etc.

Muchos de los mensajes que se suelen recibir antes o después de fallecer, "estoy bien; he venido a decirte adiós; no te olvido; te quiero; sigo a tu lado", etc. Otras veces, comunican algo que quieren que hagamos por ellos, cumplir una promesa, etc.; que tengamos un objeto que les pertenecía, por ejemplo, una joya, una fotografía, un recuerdo, etc.

Una vez que comunican lo que desean, no suele haber más contactos sobre el mismo tema, ya que consideran que han transmitido su mensaje y lo hemos entendido. Esto no significa que no podamos preguntarles cuestiones que nos preocupan, hacerles partícipes de cómo es nuestra vida, qué decisiones tomamos, pedirles ayuda o consejo. Si ellos consideran que debemos saberlo, harán llegar su mensaje hasta que lo comprendamos.

La mejor manera de poder comunicarse con ellos es desde el corazón, desde el amor y esperar su respuesta, sabiendo en todo momento, que es posible que no recibamos la contestación que queremos; y, si la que necesitamos.

Si vemos que no obtenemos respuestas o tenemos dudas sobre ellas, siempre podemos acudir a un especialista, un médium o un canalizador, que nos de confianza, para que nos ayude a entender la información que hemos recibido o a poder comunicarnos con ellos.


La imagen es de un mandala mío.

viernes, 15 de marzo de 2013

Vida después de la vida, de Raymond Moody

Hay libros que son básicos dentro de toda temática, y hay autores que son referencia en ellos. En este caso, vamos a unir dos en uno; un nombre, Raymond Moody; y un libro, Vida después de la vida.

Debo reconocer que hasta hace muy poquito tiempo, menos de un mes, no había leído ninguno de sus libros. Siempre los he tenido a mano pero por un motivo u otro, lo he ido postergando hasta que por fin, hace dos semanas, he hecho los deberes y he devorado dos de sus libros. 

Raymond Moody es filósofo, psiquiatra y escritor. Sobre todo, es un nombre que ha marcado un antes y un después a la hora de hablar y estudiar el mundo de la muerte y todo lo que le rodea, especialmente, la experiencias cercanas a la muerte o ECM, las regresiones, vidas pasadas, etc. 

Su punto de vista es la de médico y científico, sin olvidarnos de su faceta más humanista. Sus libros son fáciles de entender y comprender. Están llenos de ejemplos y testimonios de personas que han contado lo que han vivido cuando estaban clínicamente muertos y también habla en primera persona de sus propias experiencias. Moody ayuda a que pensemos y reflexionemos desde varios enfoques, inclusive en algún libro, interactuando con nosotros, a través de varias visualizaciones e invitándonos a experimentar nosotros mismos, consiguiendo de este modo, que tengamos nuestras propias ideas, cuestiones, interrogantes o conclusiones.   

Vida después de la vida, es uno de sus libros más conocidos. En el se habla de la muerte, de qué es la muerte, desde el punto de vista de las distintas religiones y culturas; y a la vez, presenta numerosos testimonios de personas que han vivido experiencias cercanas a la muerte. En él, encontraremos descripciones del paso por el túnel de luz, del encuentro con seres queridos que habían fallecido con anterioridad, verse fuera del cuerpo, el encuentro con seres de luz, el oír y escuchar lo que sucede mientras estamos fuera del cuerpo, etc. Así como, qué ha supuesto esta experiencia a las personas que pasado por esta vivencia y cómo lo viven e integran en su día a día.

Es un libro que se lee muy fácil, de un tirón. Es claro y sencillo. Está escrito con cariño, de una manera objetiva e intentando acercarse a este mundo desde todos los puntos de vista posibles.

Me parece muy aconsejable para tener unas nociones claras sobre la muerte, el tránsito y de las experiencias cercanas a la muerte. Y un tema a tener en cuenta, son muy fáciles de encontrar.

Otro día hablaré de su libro, Regresiones.


La imagen es de la portada del libro. La he encontrado en internet y desconozco quién es su autor.